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En una edición especial, a las 21 horas del 23 de febrero de 1981, el diario el País, sacaba un contundente titular: «El País, con la Constitución». Mucha gente supo lo que nos jugábamos y todo lo que podíamos perder al día siguiente. Por eso, los demócratas reaccionaron de forma unánime, sin fisuras, y por fortuna, el golpe de Estado fracasó.

Ahora parece que se está preparando un golpe al Estado en Cataluña, donde la Constitución es un estorbo que se quiere apartar sin contemplaciones. Artur Mas (otro Mesías) no descarta una declaración unilateral de independencia. Podría seguirles el gobierno vasco. Se expande la mentalidad totalitaria. No estamos tan lejos de Crimea, ni de destrozar una convivencia que no es un regalo caído del cielo. La convivencia pacífica se construye con sacrificios y renuncias...o se rompe sin remedio.

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El doloroso recuerdo del 11-M, nos ha hecho rememorar unos hechos que algunos leen todavía en clave electoral. Es la política del todo vale y del odio al adversario. El vuelco que se produjo a pocas horas de las elecciones fue una victoria clara de los terroristas. Su finalidad era aterrorizar y confundir al pueblo para conseguir sus objetivos. Aunque nos duela reconocerlo, independientemente del partido que ganó o perdió en las urnas, demostramos que somos bastante vulnerables.

Ahora la gente no reacciona como en el 81. No creen que haya nada que defender. No huelen el peligro.