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Más de 17.000 perros conviven -identificados y censados en el registro balear-, en hogares menorquines; son casi un cuarto de millón en todas las Islas, sin duda, la mascota por excelencia, también la más controlada, la que es considerada como mejor amigo del hombre, y también, a menudo, la más maltratada por éste.

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La ordenanza de tenencia de animales que tramita el Ayuntamiento de Ciutadella, y a la que el Colegio de Veterinarios plantea alegaciones, ha vuelto a encender el eterno debate entre defensores, amantes de esos seres peludos, animalistas, y sus detractores, los que ven más inconvenientes que ventajas en la convivencia diaria con los canes.

La normativa es amplia, no se centra solo en los perros, abarca otras especies, pero precisamente por ser, junto con los gatos, los más presentes entre nosotros, acaparan la noticia; bueno ellos no, más bien sus excrementos y micciones (ahora también en vertical), y la responsabilidad o dejadez de sus propietarios. A estas alturas no creo que se ponga en duda que una mayoría de éstos cumple con sus obligaciones, aún más si se tiene en cuenta la elevada población canina, y no se cuestiona aquí que se persigan actitudes incívicas. Lo injusto es que cada vez que se regula sobre este tema se suele hacer con un ánimo casi persecutorio hacia los dueños de mascotas -también contribuyentes-, y sin dar alternativas. Es como si te multaran por aparcar el coche sin ofrecer aparcamientos. La convivencia es obligada, y sin apenas lugares adecuados para estos animales no se debería tirar a lo fácil, la multa. Tampoco se explica que no se ponga el mismo énfasis en sancionar y perseguir el maltrato, o en apoyar la labor de perros de asistencia; ambos casos regulados por leyes superiores de ámbito balear.