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Llega a mis manos (o sea, a mi móvil, porque a las líneas de la mano, las del destino, las ha sustituido ahora el patrón de desbloqueo del 'smartphone') un artículo de 'Plataforma Arquitectura' sobre el proyecto llamado 'Nación Rotonda'. Trato de compartirlo en la cuenta de 'Així No' y veo que ya está allí: las noticias vuelan, igual que los carteles que han confeccionado para la protesta. En el artículo se habla de los desmadres urbanísticos (bautizados como 'urbanicidios') paridos por esa burbuja inmobiliaria ha dejado una tierra marcada por sus cicatrices a vista de pájaro: construcciones desproporcionadas que no respondían a una demanda real de la población, abandonadas a medias y con el sello de la corrupción política que seguirá campando a sus anchas hasta que sigamos consintiendo que sean los mismos gobernantes de los mismos partidos políticos los que hagan y deshagan sin control ciudadano. El resultado es aterrador: España es el país de la Unión Europea con mayor número de viviendas vacías (3,4 millones de casas sobre las que planean ahora los 'fondos buitre' que generaron la crisis y que las compran en masa a precio de saldo). Y más drama: desde 2008, según datos de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, más de 250.000 familias han sido desalojadas por no poder hacer frente a sus pagos. Más viviendas vacías.

Pero de entre todas esas marcas, los responsables de 'Nación Rotonda' (nacionrotonda.com), tres ingenieros de caminos, Miguel Álvarez, Esteban García y Rafael Trapiello, con la colaboración de Melina Greenberg y Guillermo Trapiello, se quedan, claro, con las rotondas. En su página elaboran, con la ayuda de los internautas, un "inventario visual del desastre urbanístico español de los últimos 15 años", con imágenes aéreas de la fiebre del ladrillo. El antes y el después de puntos concretos. Y no hay más datos que el lugar del crimen y las fechas. No hace falta más. Ejemplos sin más criterio que el crecimiento a toda costa (costa apaleada) y lugares fantasmas con rotondas que no tienen salida a ninguna parte, como este sistema que se han montado entre unos pocos para llenarse los bolsillos y que quieren perpetuar como sea: suerte que las herramientas del futuro, como Google Maps en este caso, sirven también para sacar las vergüenzas de un pasado que no queremos repetir. Como esas fotos antiguas y espeluznantes que guardan las madres y que sacan a traición en la primera visita de tu tembloroso novio, justo cuando tú has ido al cuarto de baño y él busca de reojo la salida de emergencia.

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La rotonda, opinan estos observadores, es «un resumen perfecto del tipo de crecimiento buscado en los últimos tiempos, basado en el automóvil ya no como principal medio de transporte, sino como medio de transporte casi exclusivo». Detrás de las rotondas que plagan el mapa nacional hay chanchullos entre políticos que no saben gestionar los problemas y necesidades de la gente, empresas constructoras amigas de los sobres, entidades bancarias carroñeras, recalificaciones de terrenos, urbanizaciones sin pies ni cabeza y una construcción de casas y centros comerciales en serie para hacernos a todos (conductores/consumidores) más felices. El artículo no habla de la cara be de las rotondas: las inauguraciones políticas con foto colectiva y las partidas presupuestarias para artistas afines. Y los medios de comunicación, claro, cubriendo el evento. Más de una vez he escrito el artículo de marras, inauguración, asistentes al acto, presupuesto y ni una palabra sobre el despilfarro: obligados a ser objetivos sobre su subjetividad.

No dejemos que las macrorrotondas innecesarias que pretenden construir en Menorca se sumen a esta lista de despropósitos que coleccionan en 'Nación Rotonda'. Queremos que Menorca, Reserva de la Biosfera, esté en otras postales: en las guías de destinos sostenibles, con esencia y un paisaje y una personalidad propia y con todos esos rasgos que cada vez serán más difíciles de encontrar por un turista concienciado y en aumento, que viaja durante todo el año (el otro turista, el que busca las playas en los meses de verano, también encuentra aquí todo lo que busca y siempre se puede invertir en mejorar la calidad de los servicios y la oferta). Estoy convencida de que existen otras soluciones para mejorar el tráfico de la carretera general (y emplear la partida presupuestaria correspondiente) que no requieran atentados semejantes. La apuesta por un transporte público ejemplar en la isla sigue pendiente, y aún estamos a tiempo de no lamentarnos de un 'urbanicidio' más.

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