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VIERNES, 23
Hábil y ajustada pieza oratoria de mi colega periodista Ana Haro en el acto de entrega de premios de narrativa y poesía en el Consell. Se declara comadrona de embarazos literarios anónimos y reivindica la creación literaria como el acto más solitario, imagen de la propia soledad en un espejo que se rompe en mil pedazos cuando encuentra un lector. Un milagro que afortunadamente no cesa, como demuestra la alta participación.

SÁBADO, 24
Mediodía esplendoroso de flores y descubrimientos. El hotel Jardí de ses Bruixes nos muestra sus entrañas y su impulsor, Nando Pons, nos revela en la torre del inmueble sus ambiciosos sueños para la fábrica Codina, cuyo perfil vemos en lontananza, futuro museo de pintura contemporánea y epicentro cultural de la ciudad según el arquitecto mahonés. Veremos si cristalizan sus sueños.

En pleno casco antiguo descubrimos, de la mano del arcipreste Josep Manguán, la Rectoría de Santa María, construida en 1792 y recientemente rehabilitada en un proceso que ha durado veinte años pero que a la vista de los magníficos resultados ha valido la pena. Una visita imprescindible que puede dar mucho juego en próximos circuitos turísticos.

DOMINGO, 25

Los economistas del mundo mundial andan muy revueltos con el libro «El capital en el siglo XXI» del profesor de Economía Política de la Universidad de París Thomas Piketty, sobre todo los neoliberales norteamericanos, que lo más lindo que le dicen es «francés» y «marxista», calificativos de lo más peyorativo en Norteamérica . Piketty por aquí, Piketty por allá, veamos lo que dice:
-El capitalismo es un buen sistema económico para generar riqueza pero no corrige el aumento de la desigualdad.
-Los ricos son cada vez más ricos y cuanto menor es el crecimiento, más aumentan las rentas del capital.
-Se ha producido una vuelta a las condiciones sociales del siglo XIX, con una fuerte caída de la igualdad de oportunidades que pone en riesgo la democracia (ejemplo: Rusia)
Hasta aquí no se ven motivos de irritación por parte de las fuerzas conservadoras que dirigen la economía mundial, estas cosas ellos las saben perfectamente y las justifican en aras del «emprendimiento» y la «creación de riqueza». El problema aparece cuando Piketty cuestiona las bases del sistema neoliberal, aquello del esfuerzo y la meritocracia, al afirmar que nos encaminamos a una sociedad dominada por la riqueza, mucha de ella heredada, más que por el trabajo productivo. Y no digamos cuando nos ofrece su receta: Subir impuestos a los grandes patrimonios para evitar el enquistamiento de la riqueza… Ay, amigo, con Los Dineros hemos topado.

Noticias relacionadas

LUNES, 19
Día particular de reflexión: ir a votar, sí, por supuesto. En fin, uno no es antisistema y sueña en una Europa postnacional en la que las identidades locales, francesa, italiana, ¡británica!, española, catalana, vasca queden diluidas en la europeidad, pero que salvaguarde las únicas señas de identidad realmente importantes, el de ser tierra de libertad y acogida y defensor del estado de bienestar garante de la igualdad de oportunidades, respetuoso con su patrimonio cultural y lingüístico, una voz ilustrada, pacífica y democrática en el mundo…

MARTES, 20
Algunos ciudadanos, por lo menos los ochenta que nos reunimos en el Club Marítimo, seguimos preocupados por el diseño de la futura carretera general. No logramos ver la necesidad de tres de las rotondas diseñadas en suelo rústico (no se discuten las periurbanas) y nos preocupa el impacto paisajístico y lumínico (y su mantenimiento). Lo que técnicamente es posible no tiene por qué ser conveniente y los reunidos estamos firmemente convencidos que no lo es. Y con independencia y libertad seguiremos dando la lata.

MIÉRCOLES, 21
Estoy viendo un No-Do en el que, tras varias demostraciones sindicales de la superioridad intelectual masculina, Thomas Piketty habla de desigualdad ante un público desatado en la Cibeles. Ellos, los ricachones ociosos con la décima, y los otros, modestos trabajadores que no pueden estrenar su primera. Griterío, me persiguen hordas blancas blandiendo sus estandartes de glorias imperiales, uno de ellos me roza la mano. Me despierto: es Allen, mi blanquísimo westtie lamiéndome la mano…