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Si el inefable (seamos caritativos) García Casulla hubiera sido diputado en los Comunes, el sábado posterior al evento habría viajado al distrito al cual representa, y asistido, como es preceptivo, a oficina local de su partido, donde sus electores le pedirían explicaciones, y no siempre de manera apacible, sobre su estrafalario voto; ítem más, porque era sobre una cuestión ni siquiera ideológica sino estrictamente institucional. La ley de entronización de un nuevo rey, requería previamente la actualización en la Cámara de la ley de abdicación. Se podía votar que sí, que no o abstenerse…

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Obviamente, un diputado inglés nunca hubiera desertado de la Cámara en una ocasión como esta. Semanas atrás decía aquí mismo este escribidor (que no el otro) que los españolitos generalmente carecen no solo de virtudes éticas, sino también de manners, precisamente escrito en inglés... Lo primero que tendría que propulsar el nuevo Rey sería un cambio del sistema electoral: los diputados deben de ser responsables frente a su propio distrito electoral ( y la Cámara alta abolida). Nuestro país no es una democracia, nuestro país es una partitocracia: el Presidium siempre por encima de sus fieles,éstos ya en estado comatoso. Era redundante (seamos caritativos un vez más) la noticia («Es Diari» , jueves 13) de que el PSOE menorquín respaldaba a su díscolo diputado. ¡Natura non facit saltus…