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Allá por mayo escuchaba por las calles que ya quedaba poco para Sant Joan y cada vez que decían esa frase pensaba que me quedaba poco para ver a mi hija. Ahora no me queda nada. Como decía Pedro Álmodovar con Fabio McNamara, en los ochenta, «voy a ser mamá, voy a tener un bebé...». Así que esta columna es la bienvenida a alguien que dentro de poco pasará a formar parte de este mundo. Es la bienvenida a otra etapa. Es la bienvenida a formar un equipo de conciliación familiar porque el trabajo también es importante, como lo es estar en su crecimiento, formación. No me pondré feminista porque no es mi estilo pero si reivindico los pequeños gestos que representan grandes pasos para nuestra humanidad. Y es que la conciliación es muy importante: desde dar el pecho en cualquier sitio como algo natural porque así lo es; hasta poder llevarte el bebé al trabajo porque se entiende que la empresa cuenta con espacios para su cuidado. Y muchas cosas más que se me ocurren. Y es que los padres tenemos que estar con los hijos porque sino ¿qué sociedad estamos haciendo? Hace unos días con el café de las amigas una de ellas, farmacéutica, nos comunicaba alarmada que entra mucho joven a por antidepresivos, y comentamos que ahora al joven no se le enseña a resolver los problemas por si mismo sino que hay cosas más rápidas, y eso es fruto de la infancia de no estar con los hijos, y enseñarles. Un verbo en desuso estar. Este verbo implica compromiso, seguridad, paciencia,... y la sociedad tiene que contribuir a ello. Porque somos humanos, humanidad no robots. Otra de las amigas de café, abogada y autónoma, nos contaba que para estar con su baby -porque no quería contratar personal extraño que se lo cuidara- hizo lo siguiente: se incorporó al trabajo a los dos meses interrumpiendo su baja maternal por necesidad económica, su madre, la abuela hizo equipo con ella. Así iban en el coche de pueblo en pueblo: madre, abuela y bebé. Mi amiga entraba al juzgado a defender el caso, su madre se quedaba en el coche con el nieto. Ella salía en el momento de descanso del juicio que se estaba celebrando para darle el pecho, y nuevamente entraba a seguir con su labor. Eso es ser madre y profesional. Penélope ya le está transmitiendo unos valores a ese pequeño de esfuerzo, de sacrificio, y de que ante los problemas soluciones efectivas nada de medicamentos absurdos. Porque muchos de ellos los podemos resolver por nosotros mismos. Así, señores lectores, con su permiso me excuso hasta unos meses en que volveré a escribir esta columna con una mano y con la otra acunando a la peque, será divertida la experiencia. ¡Hasta pronto! y siempre ¡bienvenidos!