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Ir a la escuela puede ser peligroso? No debería, sino todo lo contrario. Es el lugar en el que más horas pasan nuestros hijos después de nuestra propia casa, un sitio seguro, o eso pensamos; en buenas manos, a resguardo. Y eso incluye no solo que se garantice una buena enseñanza y que se controlen problemas de comportamiento, de absentismo, de acoso o incluso de salud -maestros observadores son los primeros en alertar a los padres de muchas de estas cuestiones-, sino también algo más básico y fundamental: el buen estado de los edificios, los equipos, las infraestructuras.

El invierno pasado ya tuvimos un par de sustos afortunadamente sin consecuencias para alumnos y profesores. La caída de unas placas del techo del colegio, de reciente construcción, Maria Lluïsa Serra de Maó y el derrumbe también del techo sobre dos aulas del colegio Calós de Ciutadella. En breve se cumplirá un año de ambos sucesos y el tema del mantenimiento de los centros escolares vuelve a debatirse en el Parlament.

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La casualidad ha querido que la diputada socialista Cristina Rita pregunte hoy en la Cámara balear a la consellera de Educación sobre la situación de los centros educativos, trasladando así las quejas de padres de alumnos. Casualidad porque esto sucede al día siguiente del desalojo del instituto Cap de Llevant de Maó debido a la humareda provocada por un fallo en las calderas; nada menos que casi 800 personas, entre profesores y estudiantes, afectadas. El director explica que el proyecto de climatización se paralizó en 2010 por los recortes presupuestarios y acto seguido tranquiliza: el incidente fue más aparatoso que otra cosa y todo se hizo con calma gracias al entrenamiento para estos casos.

De nuevo la seguridad en entredicho y la fortuna de cara, pero hasta cuándo.