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A partir de mañana se juega la última mano de la partida de póker en que se ha convertido la reclamación de Dragados - Antonio Gomila de incrementar en 2,8 millones el coste de la reforma de la carretera general. En parte, solo en parte, es una discusión técnica, porque Dragados utiliza sus amplios conocimientos técnicos para desarrollar una estrategia que persigue ganar más dinero con la obra. Y juega duro. Acaba de enseñar un full. Parece tener listo un escrito para renunciar a la obra.

Quizás es un farol de los directivos de Dragados de Palma. Pero, sin duda, han hecho números. Si abandonan la obra ahora, ganan. Sus técnicos demostrarán lo mucho que vale lo construido. Si consiguen que el Consell ceda y acepte incorporar imprevistos, evidentemente, también ganan.

Además, han puesto al Consell en una situación muy incómoda. ¿Cómo van a aceptar un incremento de coste de 3 millones con la importante oposición que existe al proyecto de las rotondas?. Ni le sirve, aunque tenga razón, argumentar que el desvío de Ferreries costó ocho millones de euros más y terminó un año más tarde de lo previsto. Y todo ello, con las elecciones a tres meses vista.

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Un externo puede pensar que si se trata de cuestiones técnicas ha de ser fácil resolver las discrepancias. ¿Falta un volumen de asfalto valorado en 1 millón de euros? ¿No se ha previsto el coste de los portells en el nuevo muro de pared seca? ¿Hay que cambiar los postes de telefónica?

Creo que el proyecto de Rodrigo del Pozo no tiene fallos tan garrafales, sino que Dragados utiliza, y lo sabe hacer muy bien, argumentos técnicos para llevarse la pasta.

El conseller Alejandre se ha mantenido al margen de la negociación directa. Sin embargo, la posición de no ceder parece correcta en defensa del interés público. Aún así, la carretera sin actividad y abierta en canal sigue haciendo daño a la vista.