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J S.B., un eurodiputado inglés, experto en Prehistoria, ha desaparecido en Menorca sin que, hasta la fecha, se hayan tenido noticias suyas. De 52 años de edad, llegó a Son Blanc el viernes y, al parecer, desayunó en un bar de la ciudad. Según comentó el dueño del local, el visitante había alquilado un coche y pensaba trasladarse a Maó para expresar a las autoridades el apoyo de Bruselas a la candidatura talayótica. Elena Nito del Bosque, Relaciones Públicas del Consell, ha declarado que, desde entonces, nada se ha sabido del historiador.
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«Oh, my God!» – exclamó J.S.B. tras intentar, por enésima vez, salir de la ciudad de Ponent y localizar la carretera general-. ¿Por cuántas rotondas había pasado? Se detuvo en el arcén y se engulló una biodramina. «Oh, My God!» –repitió-. Para tranquilizarse evocó los prodigios escultóricos que había visto en cada una de esas rotondas y, atónito, pensó en lo fácil que le hubiera resultado ser escultor. Tras divisar, finalmente, la que antecedía a la general (un caballo orgulloso le reconcilió con el arte) se aquietó e inició su andadura hacia Llevant. Mareado, se enfureció cuando, unos quince kilómetros más adelante, halló un nuevo tiovivo no muy bien señalizado. Tras dar siete vueltas por aquel artilugio logró salir, pero tomando el camino erróneo (¿a quién no le ha ocurrido eso alguna vez?). «S'Enclusa –leyó-. "¡Esto deber ser Ferreries!» –se dijo, consultando un mapa-. «Pero no haber nadie y esto tener mala pinta» –prosiguió, mientras evocaba películas de terror en las que siempre se llegaba a un poblado desierto nada alentador-. Su pavor fue en aumento cuando se le aproximó un guarda soñoliento al que tomó por un personaje de «The walking dead». «This no poder suceder to me» –se dijo-. Aterrorizado, dio marcha atrás y deshizo el camino, topándose, nuevamente, con la rotonda de marras, de la que, esta vez, sí supo huir y en la dirección correcta, imbuyéndose en un túnel que, sin saber por qué, aumentó su inquietud. «¿Yo haberla espichado y ser este el túnel del que todos hablar?» No. Estaba vivo. «¿Y a qué venir semejante mamotreto para desvío tan small?» –masculló-.

Cuando el eurodiputado llegó a Es Mercadal, erró y se metió en otra rotonda de la que, otra vez, le costó escapar. Visitó, fruto de las acertadas señalizaciones, e involuntariamente, Fornells, El Toro, regresó a los territorios de «The walking dead» y consiguió encauzar a la postre su automóvil hacia Maó, no sin antes admirar la apisonadora que yacía, majestuosa, en la rotonda de la localidad. «¿Estar pueblo en obras o ser otra escultura?»

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Llegó a Lô. Se detuvo en un bar y comentó la odisea vivida, sin entender la risita que afloró al rostro de un empleado. «"You must to be paciente, because you will tener many sorpresas more, Mr.» –le advirtió el camarero en inglés de chiringuito-. Nueva rotonda. Salida de Lô. «¿Qué pasar aquí?» –musitó el ínclito varón-. «¿To make a nuevo aeropuerto?» Fruto de la curiosidad, aparcó el coche y contempló la tierra removida y las piedras. «Of course! Esto deber ser Menorca talayótica, aunque stones parecer to be very recientes». Tras confundir a un pastor con un ser del Paleolítico (fruto del mareo), le preguntó por lo que estaba viendo. El buen hombre le contestó, pues eso, que no, que aquella no era la Menorca talayótica, ni un new aeropuerto, sino las obras de las nuevas rotondas... «More?» –exclamó el inglés-. «More aún?»

Aseguran que ese fue el momento en el que lo visto y su sentido común entraron en pugna. Y el momento en que J.S.B. perdió la chaveta. Cuentan que se olvidó hasta de su propio nombre. Que fue ingresado en el ala psiquiátrica del «Mateu Orfila». Que nadie, hasta la fecha, ha relacionado a ese loco con el eurodiputado extraviado; ese loco, sí, que, en una habitación acolchada, se pasa el día dando vueltas en círculo, a bordo de un cochecito imaginario, diciendo algo parecido a: «A nueva rotonda, olé! A new rotonda, olé!»...