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Las elecciones municipales y autonómicas del pasado domingo, deberían de servirle al PP para darse cuenta de una vez por todas, que el señor Rajoy no debe ponerse a dar un mitin como si la ciudadanía fuéramos tontitos de solemnidad. «La gente ya no habla del rescate, la gente ya no habla de paro» dijo. ¡Hombre, por D=ios!, ¡en qué estaría pensando usted! Con cerca de 5 millones de parados y algunos miles de ellos sin estar amparados, en sus penurias económicas, por ningún subsidio. Y va y dice que la gente ya no habla de paro.

Cuando el PP sufrió el descalabro de las elecciones europeas no pensó que aquel aviso para navegantes fuera merecedor de una profunda autocrítica. Tampoco con el batacazo de Andalucía se les ocurrió hacer una reflexión profunda. Se reunieron y nadie decía nada hasta que el propio Rajoy dijo: ¡qué alguien diga algo! Y con esa laxitud hemos llegado al varapalo del domingo, donde han perdido Andalucía, de Catalunya y País Vasco ni hablamos, a lo que hay que añadir Valencia y Madrid. Y la única ocurrencia ha sido decir que estas no son elecciones extrapolables con las generales o legislativas que están a la vuelta de la esquina.

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Señores del PP, están ustedes completamente equivocados y se lo explico en un par de renglones. Si hubieran perdido Sevilla o Murcia, pongo por caso, cabría pensar que en ambos sitios la culpa debería ser asumida por el candidato que ha planificado en ambos lugares una campaña electoral equivocada. Pero cuando el desastre es generalizado, a quien se está castigando es al partido y de paso al gobierno que sustenta. El votante del domingo día 24 no votó en contra de un ayuntamiento o una autonomía, votó en contra del PP y eso lo convierte en algo muy parecido al sentido de unas elecciones generales. Se lo digo de otra manera, señor Rajoy, cambie el rumbo que lleva porque van usted y el barco que pilota, derechos contra las rocas.
Han levantado ustedes una tramontana innavegable con los casos de corrupción, el Bárcenas, las sospechas de financiación ilegal y encima las escasas mejoras que hay, cometen el error de atribuírselas como un milagro del Gobierno, cuando aquí no hay ningún milagro. Esas mejoras son exclusivamente gracias a los sacrificios de los trabajadores. La administración con los sueldos congelados, las pagas extraordinarias que se han tirado años sin ver, la facilidad con que el empresario puede despedir. A todo eso hay que añadir que hemos llegado a un punto donde hay trabajadores echando horas extraordinarias que luego, por miedo, no cobran. Miedo a que los despidan. La presión fiscal más dura de Europa, la sanidad y la enseñanza han visto mermar en miles de personas el número de sus trabajadores, y a pesar de todo, van y se dan ustedes méritos que de ninguna manera les pertenecen. La modestia no es precisamente una de sus virtudes. Y dice el presidente que está tranquilo...pues no sé... yo se lo preguntaría a todos esos excelentísimos y excelentísimas que a partir del lunes 25 de mayo forman parte de la estadística del INEM. Atrás han dejado despachos, coches oficiales, buen salario y todo lo inherente a los cargos políticos de este país. Plazas que nunca más volverán a ocupar.

Me temo que tienen ustedes escaso margen de tiempo para el cambio. Escaso margen para discutir en el Parlamento con el resto de los políticos lo inherente a la política en vez de, como en un mal vómito, lanzar un decreto tras otro, aderezado con la bilis de la prepotencia.

No se agarren en sus equivocaciones a ese espejismo de haber sido el partido más votado. Miren mejor donde gobernaban y ahora gobiernan otros, no les vaya a pasar como a un l'amo amigo mío que teniendo a madona con síntomas de poca salud, la llevó a Barcelona convencido de que allí ataban los perros con longanizas. Y de regreso decía: «s'operacio anat bé pero madona és morta».