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No, ateo no soy, mi querida corresponsal; ateo es un fonema que no se compadece con mis veleidades ontológicas: ni por su significado ni por la falta de música de su sonido... Ateo es una palabra fea, seca, con pretensiones radicales y definitivas, como lo son otros fonemas (nunca, jamás, siempre), que no son palabras con acepción humana . (San Agustín, el patriarca de la Patrística, sabía lo que era el tiempo salvo cuando se lo preguntaban...) Te propongo otra calificación, más maleable, menos tiesa y menos docta que ateo: seria agnóstico con un cierto oído para la Transcendencia... ¿Me sigues? Precisamente el jueves) leí la columna, siempre tan brillante de Jordi Llovet en el suplemento en catalán del diario «El País», donde, en una reseña del libro recién publicado por John Eliot Gardiner sobre Juan Sebastián Bach, Llovet escribe: «Passió segons Mateu, per a molts, cim de la música religiosa de tots els temps; tan religiosa, que en escoltar-la calladament no cal creure en Déu perquè hom se sent relligat, de una o altre manera, amb la Transcèndencia». El poeta López Casasnovas, por ejemplo...

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P/S . La frase a qué te refieres, pertenece a Nietzche en su «Por encima del bien y del mal». Entera y traducida del francés (no leo en alemán), queda así : «El cristianismo ha hecho beber veneno a Eros: él no ha muerto, pero se ha vuelto vicioso».