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Mercedes Milá mantiene una antigua relación de afecto y de vivencias compartidas con Menorca, mucho más intensas con el puerto de Maó, que conoció de la mano de su padre, el abogado catalán José Luis Milá Sagnier, segundo conde de Montseny; y sobre todo gracias a su tío Alfonso, el arquitecto. Campeón de España de motociclismo en 1949 y socio de Federico Correa, Alfonso Milá fue el primero de la familia que recorrió s'altra banda y adquirió una concesión en La Solana. La periodista provocadora, presentadora inquieta y comunicadora audaz renunció al título de condesa de Montseny que Alfonso XIII había otorgado en 1926 a José María Milá Camps, su abuelo, por la gestión en la Diputación de Barcelona.

«Menorca es mi paraíso», exclama Mercedes, que después de tantos años de estancias en la isla conoce a fondo el microcosmos de Menorca. Aquí ha tenido la oportunidad de mantener veladas irrepetibles y largas conversaciones con personajes ilustres, como el gran Gabo, el Nobel amable que no quería marchar de la hamaca donde sesteaba en la terraza de los Milá, en el puerto de Maó, por supuesto.

La asociación de vecinos Tanques del Carme acogió ayer tarde la proyección de Historia de la casa mágica, un cortometraje dirigido por la periodista, con realización a cargo de Sofía Wittert. Una sucesión de imágenes -al ritmo de la canción de José Luis Ortega Monasterio Plora guiterra, en versión de Duncan Dhu- que nos invitan a descubrir los secretos y los ecos de la casa Venecia, arquitectura excepcional integrada en la ribera de s'altra banda des port de Maó. Richard Branson rehabilitó este espacio único, pero no prosperaron otros proyectos del fundador de Virgin para Menorca por la negativa de Autoritat Portuària. Como el escultor vasco Eduardo Chillida, Branson también renunció a esta isla.

Esta casa Venecia, espejo en el agua, construida en 1912, nos evoca lo que pudo haber sido y no fue, porque la vida está por delante.