No deja de sorprenderme, por más que suceda y se repita un día tras otro, lo fácil que es opinar, faltar al respeto e incluso llevar a cabo un linchamiento en toda regla en el mundo digital, sin que tenga para el firmante del comentario -normalmente escondido tras un pseudónimo o un perfil confeccionado para cada ocasión-, consecuencia de ningún tipo, cuanto menos legal claro. Me asombra cómo cualquiera se otorga el derecho de dar lecciones de cualquier oficio sin conocerlo, y es precisamente este nuestro, el de contar la actualidad, el más zarandeado por las nuevas tecnologías, tiempos en los que hay que seleccionar bien, y no quedarse con lo primero que vemos cuando nos asomamos a ese gigantesco patio de vecinos en el que a veces se convierte internet.
Vía libre
Detrás del visillo
25/08/15 0:00
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