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Según Sigmund Freud, conocido como el padre del psicoanálisis, existen dos maneras de ser feliz en esta vida, una es hacerse el idiota y la otra serlo. Parece que lo que hay que hacer es no preocuparse y ser feliz, como aconsejaba el compositor de jazz Bobby McFerrin, recogiendo una frase de Meher Baba: «Don't worry, be happy». Por cierto que Meher Baba era un gurú o maestro espiritual indio que declaró ser el avatar, o dios en forma humana dentro de la religión hinduista. Por otra parte ya saben lo que dice Palito Ortega en la canción titulada «La felicidad»: «La felicidad ah, ah, ah, ah de sentir amor oh, oh, oh, oh hoy hace cantar ah, ah, ah, ah a mi corazón oh, oh, oh, oh». En resumidas cuentas, todo el mundo se las arregla como puede para intentar ser feliz y en todas partes cuecen habas. Esto último, lo de las habas, me recuerda el reciente descubrimiento del historiador británico Paul Booth, de la Universidad de Keele, acerca de la primera referencia escrita de la palabra fuck con su actual significado en inglés, que viene a ser algo así como joder. Por lo visto aparece en tres informes del secretario del juzgado de Chester, con fecha de 8 de diciembre de 1310, donde se cuenta la triste historia de un hombre llamado Roger Fuckerbythenavel, o lo que es lo mismo: Roger el que jodía por el ombligo. Resulta claro que ya en el siglo catorce algunos desdichados llevaban escrito en su nombre el hecho de ser víctimas de las burlas de sus semejantes, o de ser tenidos por tan cortos de entendederas como para llegar a confundir el ombligo con el orificio de la vagina. Podría ser como lo del chiste: «Tarzán ser fuerte y hacer agujero nuevo». O a lo mejor resulta que el tal Roger Fuckerbythenavel no era tan idiota y solo se hacía el longuis, con lo que sería más listo que sus burdos contemporáneos y según la definición de Freud más feliz.

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De todo esto se deduce que a veces creemos ser muy modernos usando palabritas chocantes y en realidad existen casi desde que el mundo es mundo. Por cierto que la expresión hacerse el longuis que acabo de usar con referencia a hacerse el loco proviene nada menos que del latín liongus, que significa lejano y también apartado, que dio origen a la palabra longuiso que definía a la persona que se ocultaba en algún lugar lejano u apartado para evitar alguna responsabilidad como por ejemplo incorporarse al ejército. Con el tiempo hacerse el longuiso pasó a ser hacerse el longuis, una buena manera de ser feliz.