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El ordenamiento jurídico vigente en España es la garantía de la estabilidad económica y social de los ciudadanos que habitan los diferentes territorios del estado.

España es la casa común de todos los españoles, y en ella caben todas las nacionalidades históricas y regiones que constitucionalmente la integran.

La Constitución Española de 1978 consagra a España como un estado social y democrático de derecho, que tiene la monarquía parlamentaria como forma de estado.
El día 20 de noviembre de 1975 fallece el General Francisco Franco Bahamonde, dando comienzo el proceso jurídico político de superación del régimen franquista en España, denominado "La transición política española".

Los hombres y mujeres que pilotaron la transición política en España, resolvieron brillantemente una de las etapas más cruciales de la historia de nuestro país.

La dificultad era máxima, y fundamentalmente consistía en armonizar las distintas sensibilidades existentes en la sociedad civil española, con el doble objetivo de; en primer lugar, superar un régimen dictatorial que contaba con sus estructuras intactas y, en segundo lugar, alcanzar un régimen de libertades homologable al del resto de países de nuestro entorno, modernizar la economía y dar cauce democrático a una España unida en su diversidad plurinacional.

La madurez de la sociedad civil española y la generosidad, la clarividencia, la altura de miras y el buen hacer de una clase política irrepetible, a la que debemos gratitud y respeto, hicieron posible que la alta política estuviese por encima de la mediocridad, la incultura, la intolerancia y bajeza moral.

España no lo tenía todo en contra, y ya durante los últimos gobiernos del General Franco, se habían sentado las bases económicas de lo que fue denominado, posteriormente, como "el milagro económico español", basado, básicamente, en una progresiva apertura económica, la normalización de relaciones diplomáticas, los planes de estabilización, la llegada del turismo, el impulso industrial al amparo de las empresas estatales, las migraciones internas, el fortalecimiento del sistema nacional de previsión y las inversiones públicas en infraestructuras. Mención especial merecen las aportaciones realizadas por los tecnócratas del Opus Dei.

Las raíces cristianas de España, y de su sociedad civil, fueron determinantes en el devenir de los acontecimientos, teniendo la Iglesia Católica, en su calidad de principal institución de nuestro país, un papel decisivo en la reconciliación y concordia de todos los españoles.

La continuidad de la monarquía española, mantenida tenazmente durante los años del franquismo, por la figura enorme de Don Juan de Borbón, tiene en el joven rey Don Juan Carlos de Borbón y Borbón la posibilidad de ocupar, por meritos propios, su espacio de centralidad, moderación, profesionalidad, honestidad y lealtad a España, para cuyo cometido había sido educado desde su infancia.

La tarea emprendida por Don Juan Carlos de Borbón y Borbón asombró al mundo entero y, todavía hoy, los jóvenes universitarios de medio mundo estudian la denominada "Transición política española", capitaneada por su hombre de confianza Don Adolfo Suarez.

En aquellos años se abrió el proceso constituyente que finalizó con la aprobación de nuestra actual Carta Magna, aunque son muchos de los historiadores, de este periodo, que coinciden en afirmar que la denominada "Transición política española" duró 7 años, comenzando en el año 1975, con la muerte del General Franco, y finalizando en el año 1982, con el triunfo electoral del Partido Socialista Obrero Español, liderado por el joven abogado sevillano, Felipe González Márquez.

Durante estos 7 años (1975-1982), pudimos ver la aparición de los partidos políticos democráticos, la legalización del partido comunista (en pleno Viernes Santo), la vuelta a Cataluña del Presidente Josep Tarradellas ("Ja som aquí", exclamó desde el balcón del Palau de la Generalitat), el papel de la extinta UCD (Conservadores, socialdemócratas, liberales, democristianos, regionalistas y otros), los llamados "Pactos de la Moncloa", la conservadora Alianza Popular, el movimiento de liberación nacional vasco, como fue denominado años después por el Presidente Aznar, con los años más duros de ETA (Euzkadi Ta Askatasuna), el MDT (Moviment de Defensa de la Terra), las acciones armadas de Terra Lliure, los GRAPO, el Exercito Gerrillero do Pobo Galego Libre, el sonido de sables dentro del ejercito, el golpe de estado de 1981 (Tejero, Armada entre otros), el fin de la UCD, la victoria electoral de la izquierda en 1982, y a grandes figuras políticas como Adolfo Suárez, Felipe González, Gutiérrez Mellado, Jordi Solé Tura, Jordi Pujol, Xavier Arzallus, Santiago Carrillo, Pasionaria o Don Manuel Fraga Iribarne, entre otros.

Los hombres y mujeres que hicieron posible la denominada "Transición política española" consiguieron ser un ejemplo para el mundo, cediendo todos ellos en sus postulados y convicciones, lo cual facilitó la aprobación de la Constitución Española de 1978, en referéndum democrático, a los que fueron llamados todos los habitantes, con derecho a voto, de todas las nacionalidades históricas y regiones de España.

Los socialistas españoles aparcaron sus esencias republicanas, los nacionalistas vascos, catalanes y gallegos renunciaron a sus postulados de independencia nacional con la aceptación del estado de las autonomías, los comunistas aceptaron la monarquía parlamentaria como forma del estado, y a su joven rey, los franquistas y ultra conservadores aceptan un estado social y democrático de derecho, los nacionalistas vascos renuncian a la anexión de Navarra al País Vasco mediante la formula de su voluntaria unión que se establece en las disposiciones adicionales de nuestra Carta Magna.

Los nacionalistas españoles consiguen consensuar la indisoluble unidad de España, mientras que los nacionalistas vascos, catalanes y gallegos consiguen el denominado "Estado Autonómico", y el anhelado autogobierno en respuesta a sus reivindicaciones y conciencia nacional, recuperando determinado reconocimiento jurídico para sus lenguas propias, así como parte de los ordenamientos jurídicos propios de origen medieval (Derechos forales, figuras jurídicas e instituciones propias), y el reconocimiento de la España plurinacional mediante la formula consensuada, literalmente recogida en nuestra constitución, como "nacionalidades históricas y regiones".

En el ámbito cultural y lingüístico, los castellanistas consiguen que el castellano sea la lengua oficial de España en todos sus territorios y comunidades autónomas, incluidas las nacionalidades históricas, y regiones, con lengua propia, en las cuales gozará del estatus jurídico de cooficial.

Los catalanistas, los nacionalistas vascos y los nacionalistas gallegos consiguen consolidar una España asimétrica, en la cual el denominado "Estado de las Autonomías" les otorga un estatus jurídico avanzado en el acceso y desarrollo de su autogobierno, con la posibilidad de acceder a mayores cuotas de autogobierno, para sus territorios, de las que disfrutan muchos estados federales del mundo.

Los territorios, y regiones, con lengua propia distinta del castellano, no integrados en el País Vasco, Galicia y Cataluña, acceden al autogobierno por diferentes vías, algunas de ellas se asimilan a las utilizadas por las nacionalidades históricas, y recuperaran parte de los ordenamientos jurídicos propios de origen medieval (Derechos forales, figuras jurídicas e instituciones propias), así como el estatus jurídico de sus lenguas propias, las cuales serán cooficiales, en sus respectivos territorios, junto con la lengua castellana. En estos supuestos podríamos incluir a las comunidades autónomas de Valencia, Baleares, Navarra y Aragón, aunque en relación a esta última región, de lengua castellana, tiene un reconocimiento histórico en cuanto a su derecho foral, figuras jurídicas e instituciones propias, así como una especial mención al catalán en su estatuto de autonomía, teniendo en la actualidad dos zonas de lengua catalana; la denominada "Franja" (Zaragoza y Huesca) y el denominado "Matarraña" (Teruel).

Las regiones de España de lengua castellana y que se regían históricamente por el denominado Derecho Común (Derecho castellano), algunas de ellas sin ningún interés por el llamado "Estado Autonómico", acceden también al autogobierno, en una operación igualitaria, o igualadora, denominado por algunos autores, e historiadores, como el "Café para todos". En este grupo de regiones podríamos englobar a Asturias, Cantabria, Rioja, Castilla León, Madrid, Extremadura, Andalucía, Castilla-La Mancha, Murcia, Canarias, y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.

España, o mejor dicho, los españoles que habitan sus nacionalidades históricas y regiones, aprobaron por mayoría absoluta, la Constitución Española de 1978, incluida la nacionalidad histórica de Cataluña, en la cual los catalanes, de forma mayoritaria, dieron su voto favorable a nuestra Carta Magna, es decir, a su Carta Magna, la vigente Ley de leyes, que nos otorga a todos seguridad jurídica.

Los habitantes de la nacionalidad histórica del País Vasco votaron, de forma mayoritaria, en contra de la Constitución Española de 1978, siendo la única comunidad que no dio su voto favorable a nuestra Constitución.

Desde 1975 y hasta 2015 (En los últimos 40 años de su dilatada historia), España, como Estado de naturaleza jurídico política, sus habitantes y sus nacionalidades históricas, y regiones, han alcanzado las mayores cuotas de prosperidad económica de su historia, destacando a nivel mundial por gozar de un sistema de convivencia único en el mundo.

España, sus habitantes y sus nacionalidades históricas y regiones, en la actualidad, constituyen el país del mundo con mayores niveles de descentralización política y administrativa, superando en muchos casos a los estados federados de Alemania, los denominados "landers", habiendo alcanzado, con el esfuerzo de todos, objetivos colectivos, a nivel técnico, científico, económico, industrial, financiero, político, social, deportivo y cultural, propio de los países más avanzados del mundo, siendo miembro de la Unión Europea y disfrutando de una posición geoestratégica excepcional, bajo la protección de Europa y del euro.

España, en la actualidad, es la duodécima potencia económica mundial, siendo una de las primeras potencias mundiales en sectores económicos como la cultura, el arte, el patrimonio arquitectónico, el turismo, la industria agroalimentaria, la industria automovilística, petroquímica, agricultura, pesca, grandes infraestructuras, diseño y moda, sector energético, hidrocarburos, nuevas tecnologías, renovables, medicina, transporte y telecomunicaciones, entre otros.

España es un país moderno, abierto y plural, plurinacional y plurilinguistico, fuerte en su proyección internacional, con grandes potencialidades, teniendo en la lengua castellana un activo, y un valor al alza en el mundo, pero reconociendo el deber moral de defender, cuidar, respetar y querer a las otras lenguas españolas; el catalán, el euskera y el gallego, dentro y fuera de España.

España, sus habitantes y sus nacionalidades históricas y regiones, en la actualidad, como el resto de Europa, reconocen las raíces cristianas de su cultura e historia, que junto a las aportaciones de Roma y Grecia, constituyen los tres pilares fundamentales de la denominada cultura occidental.

Desde el punto de vista histórico, la unión de la Corona de Aragón y la Corona Castellana, a finales del siglo XV, y la anexión de Navarra en el año 1512, conformaran, en esencia la consolidación de la monarquía hispánica, y el nacimiento de España como el más poderoso de los estados de Europa, durante los siglos XVI y XVII, siendo sucedido posteriormente por Francia durante el siglo XVIII y finalmente por Inglaterra, definitivamente, a partir de principios del siglo XIX, desde la batalla de Trafalgar en la que los ingleses vencen al combinado franco español.

Con anterioridad a la unión de las Coronas de Castilla y Aragón, y dentro de la Corona de Aragón, mención especial merece Cataluña.

Tanto su centralidad geográfica en el epicentro de los dominios de la potente Corona de Aragón, como su empuje económico y político serán decisivos en los siglos XII y XIII, siendo su hegemonía económica y política arrebatada por el Reino de Mallorca durante buena parte del siglo XIV, y por el Reino de Valencia durante la mayor parte del siglo XV.

A partir del siglo XVI, el declive político y económico de una potentísima Corona de Aragón, en el Mediterráneo occidental, coincide con el creciente acoso del turco frente a una monarquía hispánica (España), que relaja sus defensas en la parte de su reino recayente a este mar, y potencia su expansión política y militar hacia la recién descubierta América (1492), monopolizando la Corona de Castilla el comercio atlántico, con el nuevo mundo, a través de la Casa de Contratación de Sevilla, y dejando excluida a la Corona de Aragón de las riquezas y prosperidad que viene de aquellas tierras.

A partir de principios del siglo XVIII los territorios de las dos principales y más grandes coronas fundacionales de la monarquía hispánica (España), se enfrentan en la denominada guerra de sucesión a la Corona, en la cual, los territorios de la antigua Corona de Aragón apoyarán al pretendiente a la Casa de Austria frente a los territorios dominados por la Corona Castellana que apoyaran los derechos sucesorios del pretendiente francés (Felipe d'Anjou), con las implicaciones internacionales, jurídicas, políticas, y de organización territorial interna de España, que suponía el triunfo de uno u otro bando.

Finalmente se imponen los partidarios del pretendiente francés, y la derrota de la casa de Austria supone en la práctica la abolición de los derechos forales de los territorios de la Corona de Aragón, con la imposición del Derecho Castellano (Derecho común), así como la desaparición de las instituciones propias de dichos territorios, excepto en la isla de Menorca, la cual estaba dominada por los ingleses.

Las consecuencias para Cataluña (1714) de la derrota en la guerra de sucesión a la Corona de España, no fueron muy diferentes que para el resto de territorios de la antigua Corona de Aragón.

En la actualidad Cataluña, una región de la antigua Corona de Aragón, alrededor de 300 años después (1714-2014), de la derrota militar de la guerra de sucesión a la Corona de España, ha planteado la posibilidad de iniciar, de forma pacífica, un proceso de secesión de España.

El actual presidente la Generalitat de Cataluña, basándose, según manifiesta, en el derecho a decidir de la nacionalidad histórica a la que representa, a petición de una parte de los legítimos representantes democráticos de los partidos políticos, con representación en el Parlamento de Cataluña, ha planteado y convocado, en términos plebiscitarios, un referéndum para el próximo día 27 de septiembre de 2015.

Cataluña cabe en España, porque es la casa común de todos, y en ella caben todas las nacionalidades históricas y regiones que constitucionalmente la integran, según recoge la Constitución Española de 1978, cuando literalmente recoge la expresión: "nacionalidades históricas y regiones".

La Cataluña del siglo XXI es admirada por todos, es universal y poderosa, como lo era en su contexto hace 800 años, pero sus dirigentes no deben olvidar que el principal pilar de su "nacionalidad histórica" no es su lengua, ni su cultura sino las raíces cristianas de los "hombres puros" que a ambos lados de las sagradas montañas de los Pirineos, constituidos como marca hispánica, bajo la protección de los francos, defendieron su fe cristiana, la misma fe cristiana que comparten con España y con Europa.

El actual proceso de secesión esta siendo dirigido, por sus actuales líderes, de espaldas a Europa y a España, contraviniendo los valores cristianos de la Cataluña antigua, dejando de lado las enseñanzas del único líder que debe reconocer un creyente, Cristo.

Cataluña será cristiana o no será.