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Por qué lo que más gusta tiene grasa. Una de las cosas que más me llamó la atención de la Isla es que se cocina mucho con grasa de cerdo (sèu de porc) blanca o amarilla. Respeto pero no comparto. ¡Eso tiene de calorías que ni te cuento! Hace unos días convocaron una buñolada en el colegio de mi hija con las abuelas y abuelos. Y allí que nos fuimos algunos padres y yayos. Desde un principio tenía muy claro que no me comería nada que hiciera mi hija, tiene trece meses, ni ningún compañero suyo. El espectáculo era de los más enternecedor y a la vez grotesco. Larra se hubiera quedado a gusto relatando la crónica, como aquella que escribió una vez sobre una cena, qué gran artículo, aún lloro de risa recordándolo. Pues la escena de buñuelos no se queda corta. Primero entrar en el comedor y adecuarnos a su altura, en diminutas sillas y mesas. No veía a mi suegra sentándose como un pitufo. Por suerte una maestra amablemente le acercó una silla a su medida.

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Y LLEGA EL GRAN MOMENTO, con mi hija entre las piernas, en una sillita de enanos tiernos empiezan las maestras a tirar como lluvia la harina. Ole! mis medias negras, los pantalones de mi hija y su pelo. Mirar al rededor era fantástico era como una reunión de hobbits sin modales, aún son muy pequeños, los justifico. Llorando, velones de mocos, levantándose, estornudando,... ¡yuju! las partículas de esos bichitos que salen por sus bocas. Viene lo mejor, la masa. Empiezan las abuelas veteranas en el asunto de hacer los buñuelos a amasar huevos, patata, levadura y harina. Cuando está preparada la masa, la van pasando a cada niño entre uno y dos años. Todos la tocaban, manoseaban, tosían, ... una prueba perfecta para mi barómetro de escrupulosidad. Que lo soy bastante. Pero ser madre primeriza me está quitando mucha tontería urbana. Crucé los dedos por no ver la grasa de cerdo, y gracias a Dios que no la pusieron. Hubiera sido el broche final a tal almuerzo. Una mamá se añade al experimento un poco más tarde e ingenuamente, lanza la pregunta, y «¿esto nos lo llevaremos a casa verdad?». ¡Ángelita inocente!, me la quedé mirando y le dije «tú sabes lo que lleva esto, además de harina, huevos,... Yo de ti no la utilizaría». Prueba conseguida si las profesoras querían inculcarles la tradición y todas sus texturas. A parte guardaban unos buñuelos ya hechos de casa, y un bol de masa para poner en freidora. Todos estaban hechos con margarina o mantequilla o mitad y aceite, era el comentario posterior a la degustación. La verdad es que estaban muy buenos. Justo hice una foto a la receta de una s'àvia que las hacía con margarina. Quizás no sea el sabor auténtico pero me quedo con esta opción un poco más sana. Cuando pasen unos años sí que gustosamente me comeré los buñuelos que haga mi hija, por ahora no.


@sernariadna