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Es desmedido el amor que sentimos por Menorca. Se trata no obstante de cierta ternura platónica. Tan mística que de ordinario no la apreciamos. La pasión física, absorbente, la restregamos con nuestro municipio. Somos hijos del pueblo... parido bien es cierto por nuestra abuela Menorca, con indudable fatiga, a lo largo de los siglos.

Los menorquines somos por consiguiente primos. Sin embargo, cuando marchamos al exterior nos reconvertimos en hermanos. No solemos decir que somos de Balears o de tal pueblo, sino de Menorca. Nuestra identidad local se difumina, prácticamente se esfuma. Es entonces cuando sentimos la Isla inusitadamente. Desde el exilio, a través de ella, llegamos por tierra o por mar al municipio.

El artículo de hoy no es de corte sentimental, aunque así lo parezca. Se trata de algo, por desventura, de más valor, se trata de marketing; se trata nada más y nada menos que del temible dinero.

Antaño, con la industria del calzado, disponíamos en todos los municipios de una renta alta. Ahora, sin ella, como tantas familias, con el paro a cuestas, que se sustentan de la pensión de los abuelos, debemos también nosotros sustentarnos del carisma de nuestra abuela Menorca. Y, ¡cuidado!, careceremos de otros ingresos, si ella se muere...

Posiblemente Menorca es la isla más representativa del Mediterráneo. La que resume más fidedignamente sus encantos. En toda Europa la valoran. Debemos por consiguiente cultivar la marca, potenciarla, magnificarla, para recibir visitantes.

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Va esta misiva destinada a nuestros periodistas, a nuestros corresponsales, a todo el que mantenga un contacto epistolario con el mundo exterior. No se debe leer en un medio de comunicación el ciudadelano o el mahonés tal o cual, como leo algunas veces, sino el menorquín...Deben asimismo exhibir en sus comunicados, con pulcritud, con esmero, el nombre Menorca como el séptimo cielo del Mediterráneo,... que algo parecido es.

Yo mismo, en mis artículos semanales en el diario «La Opinión de Tenerife», relato en innumerables ocasiones incidencias acaecidas en nuestra Isla. Obvió los municipios, únicamente nombro: Menorca. Grabo, enaltezco, desarrollo la Isla en el subconsciente del lector. Soy subjetivo, pero es un acto mercantil, vendo la marca Menorca.

Va dirigida sobre todo esta misiva a quienes manejan las redes sociales. Ellos pueden inundar los exclusivos rincones de la Isla por todo el planeta. Muchos ya insertan fotogramas, vídeos, pero pueden ser más...

Es una nadería. Lo sé. Pero, todo suma para que no nos quiten la pensión...si, comercialmente, nuestra abuela Menorca se muere.

florenciohdez@hotmail.com