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Si hoy fuera jueves, esto sería el Camí de Cavalls de Menorca. La razón es muy sencilla, todos los jueves mi mujer y yo salimos de excursión con el grupo de José Hidalgo Anta a caminar una decena de quilómetros por lo menos; el año pasado ya recorrimos todo el perímetro de la isla de Menorca por etapas, y este año volvemos con lo mismo, sólo que en sentido contrario.

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Entonces se impone la sencilla reflexión de que si la Isla fuera tan grande como Mallorca podríamos continuar descubriendo nuevos paisajes, no digo nada si la Isla fuera tan grande como Irlanda o Gran Bretaña. También es cierto que una vez José Hidalgo echó a andar desde la costa de Lloret de Mar y tenía pista para haber llegado hasta Francia y aún seguir costa a costa recorriendo el mundo. Al fin y al cabo esto era lo que hacían los viajeros de los siglos doce y trece, viajar a pie. También lo hacía Camilo José Cela, con una mochila a la espalda, y luego dejaba constancia de sus recorridos literarios por la Alcarria o por el Pirineo de Lérida y otros andurriales. Es como lo del demonio, que cuando fue viejo se hizo herrero. Nosotros, que ya estamos jubilados, nos hemos hecho caminantes. Lo malo es que en algunas cartas de minuta los caminantes son pies de cerdo. Pero puedo dar fe de que nosotros llevamos buen calzado impermeable y antideslizante, y que nos reciben muchos alcaldes y políticos de alto copete. Creo que era en «Un, dos, tres responda otra vez» que decían: «¿Por qué será?». Será porque aseguran que es la mar de saludable. Caminar sirve para bajar el colesterol y la presión sanguínea, para mantenerse ágil y para ahorrar gasolina por lo menos.

Luego resulta que toda la isla de Menorca está rodeada por el ya mítico Camí de Cavalls. Dicen que son 185 quilómetros en total, que fue construido para facilitar la defensa de las costas y que pasa por barrancos, roquedales, valles, torrentes, humedales y zonas de cultivo, que ofrece magníficas vistas de las calas, de los faros y de algunos talayotes. También dicen que la isla de Menorca, declarada Reserva de la Biosfera, es un paraíso del Mediterráneo. Lo de la reserva puede sonar bien o mal, puesto que los americanos despojaron a los indios de su tierra y los metieron en las reservas. Cuando era pequeño yo soñaba con saltar desde una duna de arena blanca, en una playa de las que aún llaman vírgenes, para ingresar directamente en el cielo o paraíso; pero lo cierto es que no lo he conseguido nunca, ni siquiera escribiendo.