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Ahora, amigo lector, que llevamos ya unos años frecuentando este coto privado de ideas te reconoceré una cosa que seguramente sospechabas. Yo soy tonto o, para maquillarlo un poquito, no soy muy inteligente, la verdad, llego a lo justo para ir tirando por la vida sin molestar demasiado y lo que me falta lo intento compensar con la simpatía. No seré yo el que cure el cáncer, el que resuelva el misterio de la vida ni mucho menos que ponga solución a la pregunta que atormenta desde hace muchos años a la humanidad: ¿Por qué las mujeres van juntas al baño?

Coñas a parte, lo cierto es que estoy muy a gusto con mi tontura porque me mantiene con los pies en el suelo a medida que me van pasando cosas buenas que podrían invitarme a creerme algo que no soy o a tomarme unas vacaciones por los mundos de Yupi. La sencillez con la que me tomo la vida hace que disfrute tanto o más recibiendo un buen abrazo al llegar a casa como estrenando un trabajo, lo mismo saboreando mi plato preferido que recibiendo un halago. A las cosas buenas le doy su justa importancia.

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Esa misma tontura hace que las cosas malas me afecten mucho menos. Puede que con el paso de los años haya desarrollado un escudo que repele aquello que es tóxico y que me ensucia la vida, empezando por los tontos por cien. Puede que otros tontos también hayan forjado ese escudo para protegerse de otros tontos como yo. Entre tontos anda el juego.

No ser muy listo te exime de muchas responsabilidades como por ejemplo el hecho de que te tomen en serio. Hay quién se piensa que solo por estar aquí, en esta columna, me creo poseedor de la verdad absoluta sin saber que lo único que me parece absoluto es el hecho de que la vida es demasiado corta para tomárnosla tan en serio.
Reconocer que uno es tonto le da cierta ventaja en esto de la vida ya que mientras tú conoces o crees conocer tus límites otros, que no lo han hecho, viven completamente engañados y convencidos de que son los más listos de la clase. Y la verdad es que prefiero ser un tonto simpático que un listo convencido.