La tradición, eso que el diccionario define como la doctrina y costumbres transmitidas de generación en generación, se ha convertido en la excusa perfecta, el joker de la baraja, comodín para esgrimir en cualquier discusión. En el caso de las fiestas populares a lo largo y ancho de nuestra geografía nacional la tradición era sinónimo de tortura impune a los animales, y en muchos lugares lo sigue siendo. Ahí tenemos el torneo del toro de la vega en Tordesillas, de origen medieval, o las alzadas agarrados al cuello de un ganso (que hasta 1986 estaba vivo) en Lekeitio, o los toros embolados en el Levante peninsular. Siempre el argumento ante las críticas es el mismo, defender la tradición. Es la tradición la que establece que las mujeres no participen en la 'qualcada' de las fiestas de Ciutadella, y que en este caso simple y llanamente es sinónimo de discriminación.
Vía libre
Tanto monta...
10/05/16 0:00
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