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Llevamos unas semanas de noticias bastante descorazonadoras. Las elecciones en EE UU se centran en un candidato horrible, el Donald, no es el pato, por desgracia, que aún sería tolerable, sino Donald Trump, y una candidata decepcionante que ha surgido gracias a las trampas del partido demócrata, la Clinton. No hay donde escoger.

En España siguen las no-negociaciones para formar gobierno. No parece que ningún partido ofrezca nada. Sí, claro, unos ofrecen generalidades como unidad de España y lucha contra el yihadismo, pero realmente ninguna propuesta concreta y útil en que basar una negociación. Los argumentos básicos para unos son: me han de votar a mí porque he ganado, y para otros: nosotros decimos no.

Si miramos a Europa, los atentados terroristas se multiplican y la falta de liderazgo aumenta. En Gran Bretaña, la nueva primer ministro ha suspendido los organismos para controlar el cambio climático. En Turquía, Erdogan realmente ha dado el golpe de Estado y se está cargando toda posible oposición y todas las estructuras democráticas. Además en muchos países europeos partidos de extrema derecha xenófobos están creciendo de forma alarmante.

Así sigue aumentando la lista de malas noticias a nuestro alrededor, mientras las miramos con horror e impotencia. Poco o nada podemos hacer en la mayoría de los casos. En esta situación, hay que admirar la sabiduría del avestruz, enterremos la cabeza en la arena y hablemos de algo distinto, de los filisteos, por ejemplo.

El día 10 de julio hubo una noticia interesante, bueno, interesante para gente como yo. En una rueda de prensa en Jerusalén, el arqueólogo L. E. Stager anunció que habían descubierto un cementerio filisteo y llevaban tres años excavándolo. La excavación se había mantenido en secreto para evitar que los ultraortodoxos judíos impidieran los trabajos de excavación por si había restos judíos también enterrados.

En la conferencia de prensa, Stanger dijo textualmente: «El 99 por ciento de los artículos y capítulos escritos sobre las costumbres funerarias de los filisteos deberían olvidarse o revisarse ahora que hemos encontrado el primer y único cementerio filisteo justo fuera de las murallas de Tell Ashkelon, una de las cinco principales ciudades de los filisteos.

El cementerio tiene unos 3.000 años de antigüedad y está localizado en el sur de Israel en lo que era la antigua ciudad filistea de Ashkelon. La importancia de la excavación es que es el primer cementerio filisteo que se ha identificado. En él se han encontrado los restos de más de 210 personas, un cementerio completo, no simplemente unas tumbas aisladas como pasa en muchos casos.

Muchos de los expertos relacionan los filisteos con los llamados pueblos del mar que invadieron la región de Israel y Siria alrededor de 1200 antes de Cristo amenazando la estabilidad de Egipto y creando caos y destrucción en la región. El faraón Ramsés III los contuvo y aún podemos admirar algunas de sus batallas en los frescos en su tumba. El origen de los pueblos del mar no es conocido aunque se supone que venían de las islas del Egeo. Durante años se han avanzado teorías sobre su lugar de origen sin tener una confirmación arqueológica sobre ello. Ahora se podrá investigar seriamente este asunto basándose en el ADN de los cadáveres encontrados.

El filisteo del que todos hemos oído hablar es Goliat a quien el joven David mató antes llegar a ser el rey de Israel. Ahora, si sacamos la cabeza de la arena y volvemos a mirar alrededor vemos a los múltiples Goliats que amenazan la paz y el bienestar de la sociedad democrática. Nos haría falta otro David para acabar con ellos y devolvernos la confianza en el futuro. Claro que el joven David se transformó en el teócrata rey David. Quién sabe si no es mejor vivir con algunos de los Goliats.