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Sinceramente, creo que me he muerto. Que en algún momento de esta última semana he palmado y te escribo desde el cielo, donde el wifi es gratis y es lícito descargarte series y películas. Lo curioso es que si me he muerto resulta que los humanos compartimos Edén con los antílopes porque justo enfrente de mi pastan tranquilamente un par de ellos. Bueno y con alemanes cerveceros y que parecen muy enfadados. También pastan a mi vera con la jarra bien llena.

Te escribo desde Namibia, más concretamente desde el desierto del Namib, en uno de tantos parques naturales donde los animales campan libres y despreocupados, lo mismo que nuestros compañeros germanos. ¿Has estado nunca en Namibia? Es un país muy grande con muy poca gente. Pocos pero muy educados. Nada que ver con la gran lista de prejuicios que muchos podríamos tener.

Nada más llegar te reciben con una sonrisa cálida que invita a olvidarte de todos los problemas. Bueno, en realidad exagero, ya que nada más llegar te recibe la señora de Extranjería que te arregla lo del pasaporte pero lo del funcionariado es casi igual en todo el planeta.

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Otro tópico que se rompe es que no hay tanto terrorista como te imaginas. Ni todos son del Estado Islámico, ni se inmolan así, a lo loco, como hobby, ni son Morus cucus, ni se pasan el jornal preguntándote aquello de cerveza, un euro, amigo. En realidad son como tú y como yo. ¿Sorprendido? Muchos trabajan en el sector terciario, gestionando los caprichos y los antojos de los turistas con un trato exquisito que ya quisieran otros destinos.

Cuando pisas África, al menos en la parte en la que estoy, no tienes la sensación de estar en África. Sí, la gente es de color o es negra –no sé cómo decirlo sin que nadie se ofenda- pero no se parece en casi nada a lo que te acostumbran a mostrar en la tele.

Eso es lo mejor de viajar, cada vez que te das el gustazo de reventar un tópico. Cuando en lugar de creerte todo o casi todo lo que te dicen tienes la suerte de ir y comprobarlo por ti mismo. Me pasó lo mismo en Marruecos, donde comprobé que la minoría no corresponde a la inmensa mayoría, ni que se cambian personas por camellos. O ya no se estila o me devalué preocupadamente como ser humano. Un consejo, amigo lector, desconfía de los tópicos.