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No entiendo cómo ciertos inventos salen a la calle para ser vendidos. Estas dos últimas semana me han llegado dos artilugios por diferentes medios, uno por la televisión y otro por el facebook. El primero ya desde un primer momento me espantó, unos adhesivos para pegar a tus hijos las orejas, y lo puedes utilizar a partir de los 3 meses. ¡Venga ya! ponerle eso a un bebé porque tiene las orejas sobresalientes. El niño no tiene complejos, solo es el adulto que mira con la mirada condicionada por la sociedad. Me quedé petrificada en el sofá viendo este absurdo artilugio que ya hace que el bebé crezca con un complejo trasmitido por los padres. Lo natural tiene un valor y hay que dárselo, no hagamos seres artificiales desde los tres meses.

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Pero lo mejor estaba por llegar, este otro artilugio lo puedes utilizar desde recién nacido. Y esto si que es el horror de los horrores, cuando piensas que lo importante es hacer «piel con piel». Se trata de una «cuna moisés» donde el bebé se sitúa en el centro envuelto en una especie de saco de dormir -a mi me parece una camisa de fuerza- para que no mueva los brazos ni las piernas, y si el bebé llora esta cuna tiene unos sensores que hacen que se mueva, como acunando, según la intensidad del lloro. Y lo venden como la «cuna inteligente» capaz de acabar con las noches sin dormir de los padres. Aberrante invención. Lo fuerte es que en estos cuatro años para conseguir sacar esta joya, uno de sus mentores es un pediatra, Harvey Karp, conocido por ser el autor del libro«The Happiest Baby». En la página web de la cuna, se explica que el invento lo han probado con 200 bebés y que los recién nacidos solo tardan un día en acostumbrarse a la cuna mientras los que tienen a partir de 2 meses de vida tardan hasta 5 días en acostumbrarse a dormir en ella. Cuesta 1.055 euros y se puede usar solo hasta que el bebé tiene 6 meses de vida y cabe en el saco con el que se le ata a la cuna. Gracias a que hay personas que cultivan la crianza natural han respondido a este despropósito. Jen Hamilton asegura que esta cuna no ayuda a educar a los padres. «La unión padres-hijo durante las primeras semanas y meses es crucial. Cuando los bebés son pequeños, el llanto es la manera natural de ayudar con ese proceso de unión. Es la forma natural de conseguir satisfacer sus necesidades y lo que me preocupa es que esta cuna obstaculizará el desarrollo de los instintos maternales y paternales de los padres». «Si no queréis un niño que se mueve haciendo ruido y que requiere vuestra atención, os sugiero una opción mucho más barata, la de una caja de Durex» (Fuente huffingtonpost.es).

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