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Este lunes, 14 de noviembre, podremos ver la luna más grande y brillante de los últimos 68 años, según dicen los expertos. Esto es debido a que se acercará a nosotros más de lo que suele hacerlo en su órbita elíptica habitual. Cuando la luna llena se ve más cerca del horizonte adquiere un color rojizo, y se la suele llamar «luna de fresa» porque coincide con la temporada de la cosecha de fresas en América del Norte.

Pero este lunes el cielo será espectacular, porque la luna estará acompañada por Marte y Saturno y se distinguirán los cráteres ocasionados por el impacto de meteoritos y la actividad volcánica de hace miles de millones de años. Con un poco de imaginación se podrán distinguir figuras ocultas entre los relieves de la luna, como por ejemplo un conejo con las orejas muy largas, figura que los mayas explicaron por medio del dios Quetzalcoátl, que premió la generosidad de un conejo que se ofreció a alimentarlo en un momento de necesidad, instalándolo en la luna por los siglos de los siglos en señal de agradecimiento. Otros verán un rostro humano, un hombre cargando leña, mujeres, sapos, Elvis Presley o Jesucristo. Y es que la imaginación humana no tiene límites.

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Existen, además, muchos fenómenos físicos relacionados con la luna llena, como el hecho de que favorezca el crecimiento del pelo y de las uñas. También se dice de algunas personas que son lunáticas, porque tienen un carácter variable, y ya se sabe que la luna cambia de fase rápidamente. Igualmente se relaciona la luna con las alucinaciones que pueden sufrir los cerebros febriles, produciendo además cambios tan aberrantes como la licantropía o los hombres-lobo.

Pero todo esto no tiene nada de científico y sí mucho de literario. Aunque debemos tener en cuenta que todos, las plantas, los animales y el hombre ocupamos un lugar en medio del universo. Quiero decir que vivimos sujetos a las leyes del cosmos y sometidos a sus fenómenos, y por ello no es de extrañar que los fenómenos radicales, como este acercamiento extraordinario de la luna, los cambios de estaciones o los desplazamientos geográficos influyan de algún modo en nuestro organismo. Tal vez esto explique las características que determina el zodíaco, según el lugar y la época de nuestro nacimiento, o el hecho de que ahora mismo nos esté creciendo un vello tupido sobre las manos y la espalda, las piernas se nos queden cortas para llegar a los pedales del coche y nos entren unas terribles ganas de aullarle a la luna.