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La naturaleza engloba los fenómenos del mundo físico producidos sin intervención humana. Lo natural se diferencia también de lo sobrenatural, a lo que atribuimos presencia divina de un signo o de otro. Sin entrar en quién produjo –creó— la naturaleza, es evidente que el hombre es capaz de manipularla y hasta destruirla, algo a lo que asistimos con la degradación progresiva del medio ambiente en nuestros días. Lo que no sé si hemos logrado todavía es influir en la naturaleza de modo puramente psicológico, sin echar mano de emisiones de gases nocivos, radioactividad, calentamientos globales o guerras aniquiladoras. Ya en el lejano –en el tiempo— festival de Woodstock, donde muchos hippies llamaban a su casa para tranquilizar a sus progenitores, algunos de los cuales les mantenían con asignaciones enviadas por medio de giros postales o telegráficos, se produjo uno de esos fenómenos naturales difíciles de obviar, algo que simplemente se llama lluvia. La lluvia amenazaba con dar al traste con el festival multitudinario, de hecho hubo que parar las actuaciones musicales y se recomendaba por los altavoces que se alejaran de las torres metálicas para evitar el peligro de los rayos y del viento. Era una época jubilosa, en que la juventud llegó a creer que con ponerse flores en el pelo –y dentro de los cañones de las armas— podía arreglarse todo. Época de amor libre, de renunciar –idealmente— al dinero, «you don't have to worry 'cause you have no money -cantaban los Creedence- people on the river are happy to give». («No tienes que preocuparte si no tienes dinero, la gente del río se alegra de dártelo»). Entonces los del festival de Woodstock empezaron a decir si pensamos todos con fuerza podemos parar la lluvia, y gritaban: «No rain, no rain!...». Ni que decir tiene que quedaron todos empapados.

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Pero la lluvia caía igualmente, implacable. Esto demuestra que todavía no hemos conseguido controlar los elementos con la fuerza de nuestro cerebro, que dicen que es inmensa. Sin embargo, no hace mucho, el papa actual dijo algo parecido a no hell!, y borró el infierno de un plumazo. Esto me lleva a pensar muchas cosas, una de ellas que el hombre no había inventado la lluvia. Y sin embargo, Malvina Reynolds cantaba en una canción muy suave, «what have they done to the rain?» (¿Qué le han hecho a la lluvia?). A mí me parece que estamos confundiendo los términos, que nosotros somos hijos de la naturaleza y no al revés, y así nos luce el pelo.