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El humor de la calle (y de la prensa) saltó a las redes sociales desde su aparición: esa forma veloz y espontánea de compartir crítica socarrona sobre cualquier suceso en este país de ingenio colectivo fue como descubrir una mina, pero cuidado, nos dicen, a veces explota y no sale gratis. El humor está bajo sospecha en este régimen malhumorado que gobierna España. Una estudiante de Historia de 21 años, Cassandra Vera, ha sido condenada por la Audiencia Nacional a un año de prisión y a siete de inhabilitación por escribir trece tuits sobre Luis Carrero Blanco, el primer presidente del gobierno nombrado por el dictador Francisco Franco. La sentencia considera que esos mensajes lanzados a los aires del mundo virtual, según ella, «en tono humorístico y en clave de ironía», constituyen «desprecio, deshonra, descrédito, burla y afrenta» a personas que han sufrido el terrorismo y a sus familiares. Antes de la sentencia, Lucía Carrero-Blanco, nieta del expresidente franquista, ya desmintió que fuera tal la afrenta: «Me asusta una sociedad en la que la libertad de expresión, por lamentable que sea, pueda acarrear penas de cárcel». A mí también, Lucía. Escribió también en esa carta a «El País» que los chistes en cuestión le parecían «de mal gusto», pero que consideraba «un error peligroso tratar de que la ciudadanía sea respetuosa a base de amenazas y sanciones desmedidas». Yo también lo considero peligroso, Lucía —gracias por no callar—, y tampoco a mí me parecen desternillantes los tuits de la estudiante y otros comentarios en su historial me resultan más desafortunados aún (por eso decido no ser su seguidora), pero es lo que tiene la libertad de expresión: libertad.

Los medios internacionales se han escandalizado: ojalá sirva como esos «HELP!» o «SOS» que escriben los náufragos en las playas desiertas para las vistas aéreas —perdón por lo de «aéreo», espero que no se relacione con ningún enaltecimiento o socavón, que una tiene algún viaje planeado para este verano que le gustaría disfrutar—. Resulta que a este régimen la libertad de expresión le da dentera y prefiere marcar con antecedentes a tres o cuatro nadies, raperos o titiriteros o mandarlos unos meses a la cárcel para que cunda el ejemplo (o el pánico). Este régimen prefiere que los artistas o esos tuiteros y aficionados a las redes (del mal) se lo piensen antes de bromear como si esto fuese una democracia cualquiera y a la primera de cambio... Disculpen, es inevitable: cada cliché automovilístico es una tentación que apunta a Carrero Blanco ahora que se ha vuelto a poner de moda, porque estos chistes, tal y como opinan los setenta profesores universitarios que firmaron un manifiesto en el que pedían la absolución de la estudiante, pertenecen ya a la «memoria popular».

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En este régimen, por cierto, las infantas no van a prisión (porque no saben nada) y no así las estudiantes, tan irónicas y sabiondas, que se juegan sus trayectorias cada 140 caracteres. Una veinteañera hablando de Carrero Blanco, de la dictadura franquista o de ETA podría ser ya una buena noticia: la mayoría de los jóvenes parecen no saber de la existencia de esa España (la desmemoria histórica está dando resultado) y no conciben presidencia más allá de la de Mariano Rajoy que, incompresiblemente, dura tantos años en el cargo, que algunos han crecido viendo a través de las pantallas (y los memes) ese rostro perplejo y desorientado, balbuceando frases inconexas en un idioma que solo comprenden él y Soraya Sáenz de Santamaría (entiéndase el tono humorístico del asunto que ya no hace ni gracia). Pero no, parece que no son buenas noticias para la Audiencia Nacional, como el humor no lo es nunca para un régimen totalitario, aunque siempre, por suerte, consigue la sátira encontrar una grieta para supurar miserias. Pareciera, además, que alguien en las alturas (con perdón) tuviera activado el Google Alerts y que la combinación «Carrero Blanco» activara, a su vez, algunas alarmas: ¿será que la teoría de conspiración en torno al asesinato del almirante de Franco tiene algo de real? ¿Será que no fue solo cosa de ETA y no quieren que se remueva ese «ascenso», como lo llamaron los humoristas Tip y Coll, enalteciendo sin saberlo ellos? ¿Será que algunos no están para bromas? ¿Será que otros añoran a ETA como enemigo para apuntalar su sistema y cualquier tuit es bueno para recordar/dividir su España? Ya todo es sospechoso de ironías: hasta el propio régimen lo es.

@anaharo0