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VIERNES, 31
Bromas.- Llamo al director de «Es Diari» y le pido permiso para participar en la emblancada de mañana, primero de abril, dia d'enganar. Pienso anunciar mi despedida periodística después de cincuenta y tres años en el machito. Compasivamente me dice que es un alivio que no sea cierto, que si mi singular estilo y mis múltiples seguidores, etcétera, es buen chico y buen amigo Josep Bagur, además de un excelente director. No se produce la masiva manifestación popular que uno esperaba, pero sí emotivas solidaridades. Sorry, amigos, pero es bueno reírnos de nosotros mismos de vez en cuando.

Presuntas bromas.- Las de esos tuiteros descerebrados que sueltan su bazofia mental en las redes llamadas sociales, contribuyendo a ese «gran basural»" al que se refería el otro día Javier Cercas en su artículo de «El País Semanal»: «Antes de Internet sabíamos por supuesto de qué pasta estamos hechos los humanos, no ignorábamos que existe el odio, el rencor, la envidia y las demás pasiones», pero solo nos enfrentábamos a ellas de vez en cuando… «Desde que existe Internet basta con apretar un botón para enfrentarse a toda la basura del mundo»... Y ello por no hablar de las armas de distracción masiva que son esas mentiras /posverdades que inundan los medios de noticias falsas y opiniones disparatadas. Denunciar y resistir, no nos queda otra.

SÁBADO, 1
Malos tiempos para la lírica, pero siempre buenos para la literatura de calidad. Delicioso acto literario anoche en el Ateneo como presentación de la nueva novela del prolífico y siempre brillante Josep María Quintana quien recrea las pasiones humanas engastadas en un tiempo histórico que él sabe retratar con rigor científico. Hermosa lección literaria del escritor Janer Manila. Esperanzadoras promesas del autor en una continuidad de su obra. Un oasis en el desierto. El libro, virgen, espera en la mesilla de noche la amorosa penetración del lector…

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LUNES, 3
Intensa jornada acompañando al eminente historiador hispanista británico sir John Elliott, excatedrático de Princeton y Premio Príncipe de Asturias (1996) que viene de impartir una conferencia en el Foro Catalunya de «Expansión» sobre los paralelismos entre Escocia y Cataluña. Unos amigos comunes de la Universidad de Barcelona le han sugerido que podemos amenizarles a sir John y su esposa lady Onnah su primera visita a Menorca y, con mi mujer, nos disponemos a cumplir el encargo con humildad, el mayor entusiasmo y la experiencia de haberlo hecho en infinidad de ocasiones con otros ilustres visitantes en mi época ateneísta.

El profesor inglés, afable, sencillo y natural como suelen ser los verdaderamente grandes, me pide que hablemos en catalán para «refrescar» el suyo y me deja felizmente bocabadat, y tras comer en el puerto frente a la Bloody Island, manifiesta mucho interés en visitar Es Castell, concretamente los cuarteles (barraks) de la Explanada, y también Calasfonts. Naturalmente surge el brexit, que le preocupa mucho, «el triunfo de las emociones sobre las razones», y se interesa por la visión menorquina del secesionismo catalán. Le explico la mía (concordamos en la necesidad de una solución política, no judicial), y él lamenta la falta de implicación de las élites catalanas en la gobernabilidad del Estado (nueve primeros ministros escoceses desde 1850). Al catedrático de Oxford le hubiera gustado ver a un catalán en el centro del poder para representar la diversidad y pluralidad de España, y cree que las nuevas generaciones españolas cambiarán su actitud hacia Cataluña (nosotros ya no veremos este milagro, le digo).

Pasamos después por el talayot de Trepucó donde el historiador y su esposa Onnah se emocionan con la magia de la taula recortada sobre los acebuches y parets seques que le llaman mucho la atención, tanto como las aldabas en las casas de Isabel II. Enfilamos luego el insoslayable camino hacia el Ateneo que visitamos concienzudamente mientras desde las aulas de música se escuchan los cánticos de los niños. Le explico los orígenes y actividades de la entidad, palenque de las más opuestas tendencias, hablamos del siglo XVIII menorquín y le recomiendo la lectura de «Los Nikolaidis» de Josep Mª Quintana y una visita a la susodicha Isla del Rey, un auténtico museo de historia al aire libre y otra al Teatro Principal. Tendrá que ser en otra ocasión.

Hablamos también del miedo de los constituyentes de 1978 a definir Cataluña como nación (no creo que los militares de entonces lo hubieran consentido, le digo) y de la posibilidad (¿necesidad?) de compartir lealtades distintas (es decir se puede ser leal a Cataluña sin dejar de serlo a España) y del error que fue el café para todos, o sea la generalización del proceso autonómico para diluir los casos vasco y catalán. Le explico algunos anglicismos y otras peculiaridades del catalán de Menorca que le divierten y nos citamos para un próximo encuentro, aquí o en Oxford. Gràcies per l'immens regal de la seva companyia, sir.