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Las emociones primarias son: la ira, el miedo, la alegría y la tristeza. Cuando me cabreo, me cago, me parto o me deprimo, estoy reaccionando ante los acontecimientos de una forma irracional. Casi instintiva. La naturaleza es sabia y somos una herencia psicofísica, además de cultural, forjada durante millones de años.

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El enfado, la cólera, la hostilidad… son frecuentes cuando nos sentimos frustrados. Producen agresividad. Mal rollo. El miedo es la reacción ante amenazas reales o imaginadas. Somos miedosos y estamos casi siempre a la defensiva. La alegría es un regalo divino. La risa nos libera de la tensión y purifica nuestra mente. En cambio, la tristeza es una disminución de la vitalidad. La pena oscurece el horizonte vital y nos humedece la mirada… Podremos ver todas estas emociones primarias tras las primarias del PSOE. Un partido roto y dividido acaba por perder la confianza de sus votantes. ¿Cómo arreglar los problemas de un país, si uno está luchando por el poder con sus propios compañeros? Si seguimos entretenidos en batallitas internas, perderemos la guerra. Incluso la ciberguerra, que no es ninguna broma. Un ataque masivo puede paralizar países enteros y causar estragos.

O nos adaptamos o sufrimos las consecuencias. Altísimamente sofisticados en lo tecnológico, seguimos siendo cromañones morales y emocionales. Tan importante fue descubrir el fuego, como aprender a controlarlo para no chamuscarnos.