TW

Y tú, amigo lector, ¿habrías hecho lo mismo? No me contestes ahora, tómate tu tiempo para darle vueltas. Ponte en su lugar, en su situación. Imagínate que estás absorto en tus pensamientos, dándole vueltas a ese maldito problema en el trabajo que no consigues resolver, a esa última discusión con tu pareja o con tus amigos. Estás tarareando esa canción o reviviendo aquel magnífico recuerdo al que acudes cada vez que necesitas levantar el ánimo. Estás, en definitiva, viviendo. Y de golpe te encuentras de cara con el horror. Con la sinrazón. Con el salvajismo. ¿Qué harías?

La historia que cuentan de Ignacio Echeverría, el apodado héroe de Londres debe servir para reflexionar. Insisto, ¿qué habrías hecho tú en esa situación, en esas condiciones? Lo fácil es venirse arriba y entre un subidón de testosterona afirmar sin titubeo que habrías plantado cara interponiéndote entre la vida y la muerte. Si te soy sincero, yo no sé lo que habría hecho. Me encantaría estar convencido de que sabría cómo gestionar el terror o el pánico y plantarle cara al horror, pero te repito desde la sinceridad que no sé si habría reaccionado igual.

Noticias relacionadas

Ese es uno de los problemas con los que se encuentra la sociedad, que hacen falta más Ignacios, personas que realmente están dispuestas a dar la vida por aquello en lo que creen. Que tengan unos valores y crean tan firmemente en ellos que estén dispuestos a defender la vida ajena por encima incluso de la suya propia.

Y hacen falta más Ignacios porque el problema del terrorismo no es una quimera ni es algo ajeno. El terrorismo está aquí, en casa. Y el presente que nos espera ni gusta ni es el que querríamos pero es el que hay. Y no hace falta esperar que a un zumbado se le vaya la cabeza y se líe a pegar tiros, a mi entender el terrorismo también está en cada asesinato por violencia de género o en cada imprudencia que se cobra el precio más alto. En cada ocasión que una bestia sesga súbitamente una vida.

Yo no sé si Ignacio es un ejemplo de nada. O de todo. Lo que tengo claro es que alguien que es capaz de tomar la decisión que él tomó y que estuvo dispuesto a dar su vida por la de otros, merece cualquier tipo de reconocimiento. Y que nosotros, aunque no le conociésemos, le tengamos presente como si fuera un gran amigo.