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No conformes con crear el peor problema territorial político-social de la democracia, parte de los iluminados que han abanderado el procés, la república catalana, el separatismo o independentismo o como guste en llamarlo, se trasladaron a Bruselas, y allí como si eso fuera también un ejercicio de guante blanco sin consecuencias jurídicas, lo primero que hicieron fue presentar a España como un país sin garantías jurídicas. Y si todo quedara en eso, porque puede empeorar si en sus torpezas les da por hacer más daño que el que ya han hecho, hasta llegar a tener un conflicto diplomático con Bruselas, o cualquier otro conflicto, si se hace caso a la rumorología de algunas agencias, que son cuatro gatos pero efectivos, que se dedican a meter cizaña cuando vislumbran un conflicto como el catalán, donde sólo hace falta 'entrar a por uvas'.

Parece lo más probable que tarde o temprano el otrora molt honorable y su séquito, tendrán que regresar a España de grado o por fuerza, donde lo lógico es que les esté esperando una de esas cárceles por las que en un gratuito ejercicio de mala praxis, tanto se han interesado algunos juristas belgas, como si sus cárceles fueran hoteles de cinco estrellas.

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Da mucho en qué pensar tener que pensar en unos personajes que según parece con la ley en la mano, pueden encabezar listas electorales para el 21 de diciembre, cuando lo que debería suceder es que estuvieran a punto para ser juzgados por todo lo que han hecho, solo fuera por los millones de euros dilapidados, gastados para según han dicho algunos de ellos, en una 'cosa' que no tenía voluntad jurídica. Por bastante menos algunos se han pasado buena parte de su vida entre rejas, precisamente por la potestad jurídica que algunos gobiernos menos laxos que el nuestro, pusieron en práctica contra aquellos que transgredían leyes fundamentales de su ordenamiento jurídico o político.

Las elecciones servirán de bien poco si tras las mismas no se desbroza el camino que algunos en sus egoísmos, trazaron para llevar la situación al peor momento separatista al que ha tenido que enfrentarse la democracia española. En ese menester pensar que la tibieza, la laxitud puede ser la solución, no es otra cosa que la falta de coraje político. No se puede dejar una herida con pus, deberían de saberlo, pues una herida infectada no cicatriza, y algunos han hurgado tanto en la herida entre Catalunya y España, que pensar que eso lo cura el tiempo es una muestra de bisoñez política. En estos momentos, es perentorio darse cuenta que España no parece que se haya puesto seria con Bruselas ni con Europa para conseguir la entrega de aquellos a los que la justicia española tuvo que haber reclamado con más celeridad, pues lo que intentaron no son precisamente 'pelos de cochino que se cogen a puñados'. La gravedad de lo perpetrado no tiene perdón posible, y la ciudadanía española no podría comprender de ninguna de las maneras, que lo que ha pasado en Catalunya haya sido algo sin ningún interés ni consecuencia jurídica, porque entonces díganme, como se le puede poner una multa de 100 euros a una señora que suelta unos instantes a su perrita por la orilla del río, alejado éste de la población, sólo para que el animalillo se dé cuatro carrerazas. Conozco el caso muy bien, porque dicha señora es mi señora y la perrita es también mi perrita. Se lo dije: querida a ver si te enteras, soltar a la perrita Lluna unos minutos por la orilla del río es muy grave, vamos gravísimo, y mientras tanto, Urdangarín disfrutando el otoño suizo. ¡¡¡Te das cuen!!!