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El modelo de la reforma de la carretera general que se está llevando a cabo actualmente responde al planteamiento del equipo de gobierno del Consell y de los colectivos que impulsaron la campaña en contra de las rotondas. Si una infraestructura de menor impacto sobre el territorio es lo que prioriza la sociedad menorquina, no hay nada que decir. Solo hay un aspecto que creo que vale la pena considerar. El modelo elegido no es el que considera la seguridad por encima de otros factores. La Orden del Ministerio de Fomento de 4 de marzo de 2016 que establece los criterios técnicos para las obras viarias sí da prioridad a las medias de seguridad «y comodidad» y deja claro que los giros a la izquierda no son el modelo más adecuado para garantizarlas.

Es evidente que un modelo de infraestructura básica como es nuestra carretera general no debe responder solo a criterios técnicos. Los políticos están para establecer las prioridades para que después los técnicos desarrollen un proyecto que cumpla las normas y respete los objetivos políticos. La supresión del puente de la Argentina creo que es un objetivo político que se presenta como una decisión técnica. El riesgo de inundación era técnicamente subsanable tanto en el informe favorable de la Comisión Balear de Medio Ambiente en época de Alejandre, como en el informe desfavorable de la misma comisión ahora con Salord.

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Substituir el puente por un giro a la izquierda es una decisión política que prioriza la moderación de la infraestructura antes que la seguridad de los conductores.

La carretera general va a mejorar con la inversión de 30 millones de euros que al final, si nada se tuerce, se habrá desarrollado. Sin embargo, en este caso también habría sido positivo anteponer los criterios técnicos en materia de seguridad antes que el impacto que siempre existe en una obra viaria de envergadura y que tardará en volver a reformarse.