No me codeo a menudo con las langostas, es un manjar que no suele caer en mi plato porque no está al alcance de mi cartera, pero he seguido con interés todo el debate abierto en torno a su muerte, hervidas vivas para conseguir que su carne no se estropee. El método tradicional que ahora está en entredicho. Han sido los suizos los que han legislado al respecto, prohibiendo que la langosta sea arrojada viva al agua en ebullición y obligando a aturdirla antes. También se prohíbe transportar crustáceos vivos sobre hielo o en agua helada para evitarles sufrimiento. A raíz de esta legislación avanzada en bienestar animal, que colisiona con la gastronomía, hay todo tipo de teorías sobre si la langosta siente o no dolor. Hay informes al respecto y no ayudan a calmar conciencias: responden al estímulo dañino, no gritan pero padecen.
Vía libre
Cocina con anestesia
23/01/18 21:10
También en Opinión
- El centinela de las plazas españolas del norte de África que lleva nombre menorquín
- «¿Salir mujeres en Sant Joan? Eso debemos decidirlo las payesas»
- La limpiadora que cayó de 10 metros de altura en Ciutadella se fracturó siete vértebras
- Catalina Pons: «Al campo de Menorca no se le da el valor necesario para vivir dignamente»
- El peligro de una zanja recién cubierta para una furgoneta en Cala en Blanes