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Es lamentable. O algo peor, sin duda. Es abochornante, primero como ser humano, luego como individuo crítico que es capaz de entender que algo está mal hecho, algo está muy mal hecho y luego hay cosas que directamente son intolerables porque son atentados contra la convivencia de la sociedad en general y contra la existencia humana y efímera en particular. Independientemente de que una sentencia judicial señale si es agresión o violación.

Entiendo el cabreo monumental que se ha montado en este país tras el enésimo caso en el que la resolución judicial –de momento- queda lejos de las expectativas populares. Todo hace indicar que será un nuevo ejemplo del hecho de que el que delinque se va –casi- de rositas en comparación del daño que ha hecho.

No soy juez y, a diferencia de millones de personas en estos días a los que las redes sociales les han dado alas, ni me lo creo ni me veo en potestad ni en situación de criticar si una sentencia es suficientemente justa o injusta. Puede pasar, como sucede de hecho, que no me guste el tamaño del castigo pero de ahí a cuestionarlo o poner en duda el proceso judicial que se ha seguido creo que me separan algunos años de formación en Derecho, solo para empezar y por respeto a abogados, abogadas, jueces y juezas.

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Focaliza la sociedad su enfado en una sentencia que no le parece suficientemente dura o larga y nos olvidamos que el problema aquí no es la fiereza con la que castiga doña Justicia a los que atentan contra ella sino en que brota en nuestra comunidad un problema de raíz en la educación y en los valores cuando casos como el de La Manada ven la luz. Algo ha fallado socialmente cuando existe gente que es capaz de hacer este y otros tipos de daño y me da a mí, sin ser tampoco sociólogo, que no bastará con aplicar castigos más severos para corregirlo.

¿Qué separa una sentencia de ser justa si en lugar 9 años de pena aplicamos 25? ¿Y por qué no es mejor la prisión permanente revisable? El hilo por el que se mueve este tema es tan fino que resulta casi imposible encontrar una respuesta que satisfaga a todos.

La justicia, a criterio de cada uno y una, puede dejar más o menos que desear, pero tengo la sensación que en ocasiones se tendría que mirar más a las personas y menos a los tecnicismos judiciales. Porque sino, además de parecernos injusta e insuficiente, puede llegar a parecernos inhumana.