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Si Pepe levantara la cabeza fliparía con su rey campechano. Pepe venía de los señoritos de Andalucía, pero eso no le impedía tener una visión progresista en algunos temas, y digo en algunos porque en otros era un hombre antiguo, decía que no se le caían los anillos por ayudar en casa, porque en su lógica patriarcal las tareas domesticas eran cosa de mujeres. Estamos hablando de principios de los 70, queridos lectores, donde el hombre creía que perdía su hombría si realizaba tareas en casa, y el dictador aún andaba jodiendo al país y en especial a todo aquel que le llevara la contraria.

Pues bien, a Pepe no le molaba la dictadura, y eso que él vivió bien en esa época. Pero a pesar de que tenía algo de pasta y una cierta posición social, aquello de no poder dar tu opinión libremente, y aquellas injusticias tan grandes que se cometían sobre la buena gente por el simple hecho de no pensar como el cruel dictador, no iban con él. Así que se alegró cuando el decrépito y acomplejado genocida estiró la pata y el país tuvo como jefe de Estado al rey, hoy llamado el Emérito.

Él decía que con un rey así el país tendría estabilidad fuera quien fuera el presidente del Gobierno. Que era un rey moderno, demócrata y cercano al pueblo. Después del golpe de Estado del 23F Pepe se apuntó a aquello de «yo no soy monárquico, pero soy juancarlista». Ya ven, era feliz con su rey, y se tragaba cada Navidad el discurso de su Majestad.

Pepe falleció, se fue justo detrás de su esposa porque a pesar del patriarcado imperante muchos hombres no eran nadie sin una mujer, por lo tanto no le dio tiempo a ver en los que se ha convertido su estimado rey. Si supiera que el campechano ahora es conocido como el cazaelefantes, como el suegro del duque en-Palma-do y de la «compiyogui», como el amante de Corinna, como el padre del «preparado» y de la infanta que no sabe nada, como el abuelo del brillante Froilan, y que además podría estar implicado en algún negociete ilegal según declaraciones de la propia princesa alemana, tendría un decepción enorme, la misma que deben tener los que pensaban que Albert Rivera era un tío progresista e iba a regenerar la política.

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Le diría a Pepe que no se sintiera demasiado mal, a todos no las han colado doblada vendiéndonos historias que después se demostraron mas falsas que las promesas de Pedro Sánchez. La respuesta a tal cantidad de mierda no está en complicados análisis políticos o sociológicos, sino más bien en la Biología.

Como explica la gente de The Big Van, un grupo de científicos geniales que hacen divulgación con mucho humor, «un estudio del ADN del cerdo corrobora que los humanos y nuestros amigos porcinos tuvimos un ancestro común, un pequeño mamífero placentario que vivió hace unos 65 millones de años». Vamos que nuestro ADN es muy parecido al del cerdo. Y cuando hablamos de humanos no se distingue reyes de súbditos, ni veganos de carnívoros, entramos todos. Creo que eso explica muchas cosas.

Tenían razón George Orwell cuando escribió en su novela «Rebelión en la granja» aquello de que los animales miraron al hombre, miraron al cerdo , volvieron a mirar de nuevo al hombre y ya no distinguían quien era quien, nada más que añadir señoría. Sigue el calor en nuestra Menorca, así que me despido de ustedes para que puedan disfrutar tranquilos de una cerveza fresquita. Y descansa papá, que aunque tu rey ha sido un bluf, tu Atleti está en lo más alto. Feliz jueves a todos los ciudadanos, los súbditos que se apañen solos.

conderechoareplicamenorca@gmail.com