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Me tomaré mi pastilla de Optimazin para ver botellas medio llenas. Causas para la desmoralización siempre hay, pero no pueden vencernos ni monopolizar la atención de nuestra mente. El espíritu de superación, la resiliencia, la paciencia o la fe en el futuro son valiosas armas ante la adversidad. Las cosas podrían haber sido distintas, pero la realidad es la que es y si no la aceptamos ni queremos verla, solemos caer en las alucinaciones o el delirio. Distorsionar la percepción es más habitual de lo que parece. Los intereses, sentimientos, ideología… todo influye para que la verdad no estropee nuestros arraigados prejuicios. Inventamos un mundo imaginario o paralelo para que todo encaje en nuestros esquemas. Nos lo creemos, incluso. La historia de la literatura en ese mundo al revés contendría obras como: Tirant lo blau, La vida es insomnio, Sancho Panza y el caballero tronado, Cien años de sociedad… los indios habrían ganado a los cowboys y por la noche los gatos serían fluorescentes.

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Gastar dinero es una de las ocupaciones más entretenidas. Solo que sale muy caro. El crédito hace que podamos gastar lo que no tenemos. En privado tenemos que devolverlo, pero cuando se maneja dinero público entramos en la sociedad anónima. No respondemos personalmente de lo que nos han prestado. Subimos impuestos para gastar más y vivir a todo tren, que ya lo pagará el que venga. Negocio redondo. Irresponsabilidad al cuadrado.