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Del instinto de conservación al instinto de conversación. Necesitamos comunicarnos. Dominar las emociones para que no nos dominen ellas a nosotros. Nacemos y morimos con ellas y, a veces, por ellas. Dice Torra: «Nosotros ponemos la voluntad de la gente por delante de la ley». ¿Nos suena de algo? Sin ley, crece la selva y desaparecen las garantías. Hasta en el salvaje Oeste necesitaban un sheriff. La «voluntad de la gente» suele confundirse con la voluntad de unos cuantos, que quieren acaparar el poder y aspiran a imponer su voluntad al resto. Los disidentes son desvalorizados e insultados. Escribió Primo Levi: «Habrá muchos, individuos o pueblos, que piensen más o menos conscientemente, que todo extranjero es un enemigo». El germen, el virus maligno ya está inoculado.

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Sin emociones no se puede vivir. Sin razón, no controlamos nuestros impulsos. Tenemos que hacer uso de razón para salir de esta situación endiabladamente compleja. Ortega y Gasset dijo: «El patriotismo verdadero es crítica de la tierra de los padres y construcción de la tierra de los hijos». Hablaba de Europa. Creía más en la cooperación que en la separación. Dejemos de caminar hacia el pasado y afrontemos el futuro que nos gustaría vivir. No se va a hacer solo.

Estamos envueltos de emociones. La ira, el miedo, la tristeza, el duelo, el asco o la vergüenza; pero también la alegría, el juego, la risa y el cuidado de otros. ¡Qué vida más emocionante!