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La próxima semana se cumplirán cinco meses del gran apagón que, durante 56 horas, dejó a 38.000 usuarios -léase familias- sin electricidad en Menorca. Un cap de fibló provocó la caída simultánea de cinco torres de alta tensión. Seguimos en la misma situación de fragilidad, precariedad y aislamiento energético que en octubre de 2018, sin un plan B que garantice el suministro eléctrico, que depende exclusivamente de la central de Maó. Unas instalaciones que precisan ser adaptadas con urgencia a las directivas de la Unión Europea para evitar que una parte de las turbinas generadoras no pueda funcionar a partir de enero del 2020. Las renovables aún no están, pero se esperan.

Menorca carece de plan B para afrontar con eficacia un nuevo gran apagón porque el Ministerio para la Transición Ecológica y Red Eléctrica de España se pasan la pelota sobre la decisión de instalar generadores en las subestaciones de la Isla que reduzcan al mínimo los plazos para restablecer el suministro. O sea, que cualquier otro fenómeno meteorológico o fatalidad técnica nos volverá a sumir en las tinieblas con la paralización de la actividad.

Lo ocurrido durante aquellos tres días de octubre destapó que nunca existió el plan de contingencia anunciado por Susana Mora y Marc Pons cuando Red Eléctrica decidió no reparar el cable submarino Mallorca-Menorca. Ahora se están ejecutando las obras para reponer este enlace interinsular, pero se desconoce la fecha en que volverá a estar operativo. El famoso documento de contingencia, que debía fijar las medidas y recursos para actuar con rapidez y recuperar el servicio, era un texto tan ignoto como el Llibre de ses set sivelles . Al final, apareció. Consta de dos portadas y tres folios a una sola cara. Un "plan especial de mantenimiento" que no garantiza nada y que evidencia la vulnerabilidad de Menorca.

¿Quién pedirá explicaciones a Red Eléctrica?