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Espeluznantes. Así son las imágenes de la residencia geriátrica Los Nogales de Hortaleza, en Madrid, que se han difundido y en las que se muestra a trabajadores maltratando a ancianas. Desprovistas éstas de toda dignidad, sin poder valerse por sí mismas, vejadas y sin opción a queja. Cuesta creer que sus familias, con sospechas y denuncias formuladas ante la dirección del centro, además de dichas grabaciones, mantuvieran a sus madres, padres o abuelos en ese infierno, pero ese es otro debate -no se trata de juzgarles-, sobre este sistema, que nos engulle e imposibilita hacernos cargo de los más mayores y dependientes; del desgaste que supone para los cuidadores; de lo caro que resulta tener tiempo y un apoyo en casa; de la falta de residencias y unidades de respiro en una sociedad cada vez más envejecida, cuando encima alardeamos de tener una de las esperanzas de vida más largas del mundo ¿para qué, para acabar así? Es evidente que no se puede meter a todos los trabajadores en el mismo saco, esos tres individuos ahora denunciados por la Fiscalía responderán de sus actos, no son representativos, pero también es cierto que el sector de atención a los ancianos crece, es lucrativo, y tratándose de algo tan delicado, necesitado de humanidad, cariño y vocación, debería estar sometido a un control mucho más exhaustivo.

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Un control que en el caso que ahora ha salido a la luz ha fallado y por eso se abren dudas sobre cómo estamos cuidando y protegiendo a los ancianos y, no lo olvidemos, sobre cómo seremos cuidados nosotros si llega el momento. Si será con un mínimo de respeto o como despojos improductivos. Si no queremos que eso último suceda habrá que inspeccionar más, comprobar que la dotación de personal sea la adecuada y los medios materiales también. Más vigilancia en los centros privados -que no son baratos ni están al alcance de muchos-, en los concertados y en los públicos; en estos últimos las adjudicaciones nunca deberían tener en cuenta únicamente los criterios económicos ¿cómo se puede extraer beneficio escatimando pañales a mayores impedidos? Es indecente y dice muy poco en nuestro favor como sociedad.