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Los hobbits Frodo y Sam salieron de la Comarca para llegar al Monte del Destino y quemar el maldito anillo, así lo narró Tolkien en sus novelas, y así lo filmó Peter Jackson en sus películas de «El señor de los anillos». El viaje está lleno de vicisitudes, me mola mogollón está palabra, cualquier excusa es buena para ponerla, porque ¿qué es la vida sino un camino de circunstancias cambiantes algunas adversas y otras favorables?, qué ñoño ha quedado. Pues bien, un friki muy listo, y con mucho tiempo libre, ha calculado que Frodo y Sam caminaron 2.172 km, casi nada, como ir a pata de Madrid a Viena, eso sí, por caminitos muy chungos.

De forma explícita no sale en la historia, pero de todos es sabido que entre Frodo y Sam hay un tensión sexual no resuelta, y seguro que este hecho incomoda mucho a los nuevos politiquillos que van de tipos duros que dicen lo que piensan, pero que en el fondo no son más que un grupo, muy grande eso sí, de xenófobos, homófonos, misóginos y autoritarios, a los que les mosquea mucho que los demás no pensemos como ellos. Llama la atención que en estos días de Semana Santa estos ‘señoros’ de alta testosterona se dejen ver, muy compungidos, por todas las procesiones, porque a la hora de la verdad lo que hacen es promulgar el odio al diferente en lugar de la bondad que clamaba su Dios: «Y este es mi nuevo mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado», Juan 13:34. Pues de amor nada queridos lectores, ellos son más de dar garrote a los que se salen de su definición de españolito de bien.

Pueden preguntarse, y con razón, ¿cómo es posible que el tarado este mezcle «El señor de los anillos» con la Semana Santa y esta a su vez con los nuevos viejos, casposos y peligrosos, partidos políticos?, ¿será fruto de su diarrea mental? La respuesta clarísimamente es sí. Diré en mi descargo, que me flipa mucho ver donde pone cada uno el acento en una historia, me explico después del punto. Alguien lee las novelas de Tolkien y se dedica a sumar kilómetros, es un dato superficial en la historia, pero a él le sedujo la idea de fijarse en eso, no hace daño a nadie, y divierte a unos cuantos.

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Con la Semana Santa pasa algo parecido, cada uno pone el punto donde le interesa. Los creyentes ejecutan sus tradiciones con ceremoniosa seriedad y eso se respeta. Otros sencillamente se acercan con curiosidad a unas procesiones en las que ven belleza e historia más allá de otras valoraciones, y eso se respeta. Otros aprovechan los días de vacaciones para hacer turismo y ponerse ciegos a torrijas sin acercarse a una iglesia, y eso también se respeta. Lo que ya cuesta más respetar es a aquellos que aprovechan cualquier acto, pero cualquiera, para sacar un rédito, en este caso electoral, sin importarles un mojón la ética.

En mi particular Domingo de Ramos un grupo de buena gente se me coló en casa para ver de madrugada el estreno de la última temporada de «Juegos de Tronos». Mientras ellos discutían de personajes y tramas, yo les dije que había visto en Internet que en la serie se habían usado unos 15.000 litros de sangre artificial, pensaba que mi dato me haría miembro de honor de su pequeña secta friki de seriefilos culturetas, pero todos me miraron con la misma cara con la que el Correcaminos mira al Coyote, «nunca nos alcanzarás». En aquel mismo instante supe dos cosas, la primera es que soy muy malo poniendo el foco en los temas. La segunda es que soy muy bueno enfriando la cerveza, a cada cual lo suyo. Feliz jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com