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Es lo más difícil que me ha pasado tecnológicamente. Llevaba años llevando un teléfono de la misma marca. Y en su interior he ido sumando fotos que albergan desde 2009 hasta nuestro días. Echen cuentas a las fotos que tenía. Sí, una barbaridad. En ese transcurso, para liberar espacio me enseñaron que tenía que subirlas al Icloud, y también a Google Fotos. La única manera explicable de tener tantas fotos en un smartphone. Pero recientemente, a mi teléfono móvil se le ha estropeado la antena, y no recibía ni llamadas ni mensajes. Tan solo emails o whatsapp cuando me encontraba en una zona wifi. Con lo cual ya era el momento de hacer un cambio. Porque en el taller de reparaciones de este móvil en concreto ya estaba obsoleto, ni los proveedores proporcionaban material a este taller especializado. Uno de los síndromes de la revolución tecnológica es que lo nuevo está caduco cada vez en menos tiempo. Requisitos del consumo y de la economía que imponen las grandes multinacionales. En definitiva, en unos días tenía un móvil más potente y moderno.

Pero claro, como usted entenderá había que hacer copias de seguridad y asegurarme de que no iba a perder ni una sola foto, ni vídeo. Así que hice tres copias: una en icloud, en el google fotos, y en un disco duro externo. Pero para liberalizar el espacio del telefonito había que apretar a eliminar. Uf! Me ha costado mis años, y mi momento. Conducir mi dedo a ese botón virtual ha sido doloroso: por un lado por si perdía las fotos y vídeos por el camino (aún haciendo tres copias, y haberme asegurado que estaban); y por otro el ir perdiendo esos momentos maravillosos de mi vida, que el aparato iba eliminando sin piedad.

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Mis hijos, hacían un Benjamin Button («El curioso caso de Benjamin Button», film 2008), rejuvenecían hasta volverlos a ver en la ecografía. Ya no te digo mi pareja, mi familia y amigos, hasta yo misma. Un nudo en la garganta viendo como se iban una a una, otras de golpe en golpe. Hasta quedarse a cero. Por una parte, la racional, sientes liberalización porque el móvil puede rendir más y mejor. Y por otra, la sentimental, sientes que esos momentos se diluyeron y que sólo podrás ir a ellos, a esos recuerdos mediante las fotografías, viajando a la nube o en un dispositivo externo.

Retratamos momentos, todos ellos bonitos. Siempre son reconfortantes. Son los que verdaderamente cuentan. Salen en las instantáneas muchas sonrisas, risas, besos, caricias, abrazos, paisajes idílicos, rincones bellos. Personas con las que quieres compartir tus recuerdos: familiares, amigos. Fotos que ya son nostalgia desde el momento que le das al ‘clic’.

Después viene la otra parte, ser capaz de hacer un álbum para pasar las páginas y poder enseñarlo y, no por pantalla. La elección es difícil, las publicaría todas.