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Qué calor más caluroso. Creo que todas las glándulas sudoríparas están trabajando por encima de lo que deberían. ¿No querían verano?, pues toma verano. Pero no uno normalito de los de andar por casa, de los de vermú y aceitunas en una terracita, de esos ya hemos tenido muchos. Ahora tocan veranos de los de derretir asfalto. Unos veranos de los que ponen el Mediterráneo a punto de jacuzzi. Uno de esos que hace que encontrar una cerveza bien fresquita sea más complicado que encontrar el Santo Grial. Uno donde los ventiladores, y los aires acondicionados, vayan a tope para tenernos fresquitos a nosotros, y a su vez calentar un poquitín mas el planeta. Toma calentamiento global en vena, tontico negacionista del cambio climático. Chúpate esa Amazonas, que te queda menos recorrido del que tuvo el Madrid Central de Carmena.

No sé a ustedes, queridos lectores, pero cuando a uno le sudan hasta las gafas las preguntas que me vienen a la cabeza son del tipo, ¿qué ruido hace una neurona en ebullición? Si el cerebro se derrite, ¿se convierte en lava gris? ¿Existe la combustión espontánea humana, o es un bulo que nos acompaña desde hace siglos? ¿Los vídeos de los youtubers están rodados y montados en plena canícula, o es una cuestión de hormonas? Si eres instagrammer, ¿no acabas confundiendo tu vida real de mierda con tu patética vida en las redes? ¿Se imaginan que los clanes políticos, y financieros, estuvieran a la altura de los ciudadanos? Vale, lo confieso, esta última pregunta la escribí en febrero, imposible tanta intensidad cuando al salir de la ducha no sabemos si secamos agua o sudor. No está la temperatura para leerse el «Tractatus Lógico-philosophicus» de Wittgenstein, qué retorcido era el filósofo vienés, la de migrañas que ha provocado.

Y eso que cuando podemos descansar, dosificar, no hay derecho a queja. Como han dejado nuestro país, por no hablar de nuestra Menorca, solo para servir a los turistas, muchas personas cuando mas curran y van con la lengua fuera, es precisamente ahora, cuando más tranquilos deberíamos estar. Menos mal que los medios nos machacan con lo de que bebamos agua, no hagamos ejercicio y descansemos en las horas más duras del día, que si no nos poníamos todos a comer polvorones mientras realizamos una maratón a las 12 del mediodía. Este Estado se comporta como una madre helicóptero que no confía en sus hijos y los controla en todo momento, y al mismo tiempo como un padre ausente, que pasa de sus vástagos cuando más lo necesitan. Vamos, una chapuza de familia.

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Pero no todo va a ser sudar, parece que el viento africano nos ha traído a la Isla un par de noticias refrescantes, la primera es que nos han hecho la reserva marina más grande de Europa, a ver si aporta cosas positivas (emoticono de escepticismo). Y la segunda es que crece la petición de ayudas para instalar placas solares. Parece mentira que con el chorro tan bestia de sol que hay, tengamos que seguir aguantando los humos negros que escupe la central térmica del puerto de Maó.

De verdad que si fuera un Octupus vulgaris, antes de acabar troceado sobre un lecho de patatas, se la liaba parda a los tiparracos que se forran con el negocio de la energía, por dejarme la colársega hecha unos zorros, ¡que así no hay quien procree! Termino antes de que el sudor que cae sobre el teclado haga que me electrocute. Pero antes quiero recordar que cuando hay poesía y amistad, solo hace falta una buena cervecita para cerrar la ecuación perfecta. Feliz jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com