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Menorca pudo vivir el miércoles una catástrofe natural de dimensiones imprevisibles que habría afectado a la costa norte, entre Ciutadella y Ferreries, donde se levanta Sa Muntanya Mala, foco del incendio.

Apenas ardieron 5.000 metros cuadrados de matorrales y pinar debido al fuego que fue divisado desde el mar por los tripulantes de un velero al advertir la columna de humo. Sin embargo, el incendio pudo haberse descontrolado porque se daban todas las circunstancias adversas para que así sucediera. El acceso de los camiones por tierra era materialmente imposible por la ausencia de una vía por la que circularan las autobombas, las altas temperaturas facilitaban la combustión por la sequedad de la vegetación y el viento que soplaba era el peor aliado.

En este marco de extrema complejidad la coordinación entre el Ibanat, el Servicio de Prevención y Extinción de Incendios del Consell y la Policía Local, resultó sumamente acertada para que la toma de decisiones fueran las idóneas con las que atacar las llamas originadas probablemente, en el tronco de un árbol alcanzado por un rayo dos días antes.

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Después de cinco horas de trabajo por aire y por tierra el incendio se dio por controlado, pero no fue hasta casi cinco horas más tarde cuando quedó extinguido.

Hay que aplaudir, por tanto, el trabajo de bomberos, agentes de medio ambiente y policías locales que participaron en las labores de una manera efectiva cuando planeaba en la mente de todos el incendio de hace tres años en el Arenal d’en Castell.

Lo sucedido es un toque de atención, una muestra de lo más evidente del peligro que nos acecha tanto por la negligencia humana como por la irrupción de causas naturales. Debe servir de acicate para mejorar las dotaciones de Ibanat y Consell e insistir las tareas de prevención en los lugares más inaccesibles de la Isla.