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Algunos de la portavocía de la ciudadanía de a pie decían hace unos días que si los políticos actuales no son capaces de pactar para formar gobierno deber quedar inhabilitados para ir a unas próximas elecciones. ¡Pues mira tú! Están en razón, pero puesto a buscar fórmulas ahí tenemos la fórmula griega que regala 50 escaños a la lista más votada, cosa que tengo prisa en decir que no me gusta nada.

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Pero veamos otras ocurrencias: por ejemplo, si hay que ir a nuevas elecciones, prohibir su participación a los dos partidos menos votados hasta no tener nuevo gobierno. Otra propuesta sería que si no se aviene a pactar, el partido más votado gobierne en minoría con pactos que pudieran darse puntualmente y en su defecto, hacerlo por decreto. También podría darse al Parlamento el voto anónimo y completamente secreto a la hora de votar un nuevo gobierno.

Quizá la fórmula menos egoísta sería darle al partido que le hiciera falta la ayuda democrática en forma de escaños, teniendo completamente prohibido que eso supusiera «un intercambio de cromos», es decir, sería una ayuda por interés político hacia el país, nunca por interés personal o partidista, que se mire como se mire es una forma de prostituir la voluntad del votante que en puridad es el único dueño de su voto, jamás depositado en la urna para acabar siendo mercadería sometida a la voluntad de terceros, aquellos que a veces no parece importarles hacer con el oficio de la noble política capas y capirotes, manipulando votos como si estos fueran suyos por la tontuna de no cederlos aunque eso signifique tener el país sin gobierno o cediéndolos por opciones puramente personales.