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No sé el gobierno hasta donde ha hecho números del tiempo que pueden estar cerrados bares, restaurantes, fábricas y los pequeños comerciantes que llevan muchas semanas sin que por la puerta entre un euro, mientras salen miles por la ventana en forma de impuestos, alquileres, etc., gentes que ahora en vez de estar en el tajo está confinada en sus hogares saliendo solamente a las 8 de la tarde a la terraza para aplaudir a quiénes están en primera línea de la pandemia, luchando contra un virus que saben tan cercano aunque no puedan verlo.

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Cuando el peligro de la pandemia haya pasado, vendrá la otra pandemia, el recuento de las víctimas humanas que serán, son ya, miles y acto seguido la trágica hecatombe empresarial, laboral y evidentemente financiera, con lo que ningún gobierno ni empresario ni trabajador contaba. La actual situación laboral no puede durar mucho más, porqué si no las consecuencias serán inasumibles. Es verdad que por encima de todo está salvaguardar la salud de la ciudadanía, aunque eso conlleve la inevitable dificultad económica, laboral y en definitiva social. Es curioso que tengamos ejércitos armados hasta los dientes, mientras nos hemos encontrado con el ejército sanitario desarmado, que ha tenido que ir como han podido medio protegiéndose contra un enemigo letal, un ejército de sanitarios que siguen sin contar con un arma (vacuna) capaz de mantener a raya al ejército invasor, que está lamentablemente mostrándonos la fragilidad humana. Hace tres meses nadie podía ni imaginarse lo que nos reservaba el año recién estrenado, un año que quedará en los libros de historia y en la mente de la gente que ha luchado de forma tan desigual contra un virus asesino.