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8-IV-20 Viernes
La dimisión de la directora de Salud Pública de la Comunidad de Madrid, disconforme con el empeño de la presidenta en anteponer la economía a la salud, pone sobre el tapete el tremendo dilema del necesario equilibrio entre salud pública y salud económica, disyuntiva a la que están abocados todos los gobiernos del mundo, y que no tiene fácil solución, aunque el camino no puede ser el del populismo publicitario tan del gusto de la señora Ayuso, sino el del asesoramiento científico y la prudencia, como apunta el Nobel de Economía Paul Romer hoy en entrevista de «El País»: «La única forma de recuperar la economía es controlando el virus».

10-V-20 Domingo
Piove, porco governo. Llueve con ganas, sí, y la radio matutina desgrana las desgracias pandémicas del día y su corolario de miserias políticas. Ni siquiera la lectura de «Es Diari» me resulta hoy grata. Menos mal que salimos fuera a comer por primera vez en más de cuarenta días, bueno en realidad voy a buscar comida a un restaurante, un magnífico arroz con aroma marino que, bien regado, me devuelve la alegría de vivir… Y cierta somnolencia. Entre brumas veo «El rostro impenetrable», inmortal western de un soberbio Marlon Brando enfrentado al siempre eficaz Karl Malden, narizotas entrañable junto con el también inolvidable Walter Matthau.

Una vez recuperado el tono vital contemplo por la tele algunas imágenes desconfinadas y me congratulo de pertenecer a un país repleto de científicos (epidemiólogos en su mayoría), artistas de balcón, algunos dignos de contundentes tomatinas, una cohorte de amigos de los animales, y atletas, muchos atletas, tipos de morfología y estilo manifiestamente mejorables, embutidos en indescriptibles chándales de colores que corren por las avenidas como si les fuera la vida en ello. Me dice un amigo que han suspendido las Olimpiadas no por el coronavirus sino porque los españoles habríamos copado todas las medallas… No lo dudo.

Noticias relacionadas

11-V-20 Lunes
Mi indesmayable lectura de artículos diversos no solo para mi programa de los miércoles en la radio de Diana, sino ahora también para los domingos de «Es Diari», es cada vez más dificultosa, dada la esencia de lo que busco: no me interesan los artículos militantes que hablen de lo que hablen acaban siempre en el mismo sitio, ya se sabe, el porco governo o cualquier otra obsesión. Me interesa el columnismo de ideas, para nada el de trincheras, me privan los artículos que están espolvoreados con humor y detesto los sermones, los panfletos y la mala leche en general. Es decir, ya es lunes y apenas tengo material.

12-V-20 Martes
¡Albricias!, solía clamar el profesor Franz de Copenhague en el TBO cuando inventaba alguno de sus inefables cacharros. Y es que, inspirado en el artículo de mi coetáneo J.J Gomila en «Es Diari» sobre Inglaterra y anglofilias diversas que compartimos, encuentro por fin el incunable que llevaba tiempo buscando, una colección encuadernada de artículos de Fernando Savater de hace casi cuarenta años, y el primero de ellos, ¡albricias!, es precisamente el titulado «Inglaterra», cuyo resumen aparecerá en breve en el dominical «El jardín de las columnas». Se lo remito vía e-mail al filósofo, quien me contesta entusiasmado porque ya no lo recordaba… No escribía mal entonces, me dice FS en su correo, debí haberme conformado y no insistir… Puro Savater. Y el artículo, un auténtico gozo literario.

13-V-20 Miércoles
Salgo en busca de salmonetes (antojo de viejales) y contemplo el colorista y abigarrado espectáculo de las calles en estos primeros días de desconfinamiento. Veo algún que otro abrazo, algunas distancias menos que reducidas, con vehementes parloteos a medio metro de distancia, más de uno sin mascarillas de por medio y, ya en casa, escucho y leo alguna llamada de atención de sanitarios que se han dejado jirones de vida en la primera oleada del coronavirus, como, hoy mismo en «Es Diari», la propia directora médica del Mateu Orfila, Tamara Contreras, de quien me consta su entrega y eficiencia, y que manifiesta su preocupación por la relajación que se detecta. ¡Todavía no!, clama, y esperemos que no en el desierto.

Y es que los aplausos vespertinos están muy bien, pero el mejor homenaje que se puede hacer a nuestros abnegados sanitarios es cumplir con las normas de distancia social, mascarillas e higiene porque de no hacerlo la posibilidad de un rebrote será más que cierta, y a lo peor, esta vez el sistema ya no resiste la acometida. Aparquemos por un tiempo los abrazos y las quejas por los «traumas» del confinamiento y hagamos piña con los sanitarios. No me atrevo a pedir un mínimo de cooperación política, porque en nuestro país eso sí es predicar en el desierto, porco governo!