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El Consell de Govern autorizó en marzo a la Agencia Balear del Agua y la Calidad Ambiental la contratación del servicio de limpieza del litoral, que implica el despliegue de embarcaciones por playas y calas de Balears y que, como novedad, este año se divide en lotes por islas.

A Menorca le corresponde un presupuesto de 490.505 euros para las temporadas de 2020 y 2021, y son casi dos millones para todo el archipiélago. El acuerdo se produjo tan solo unos días después de la declaración del estado de alarma por la pandemia de covid-19.

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Esa circunstancia extraordinaria, sumada a un recurso interpuesto por una empresa ibicenca contra los pliegos de la oferta de contratación, ha hecho que nos instalemos en pleno verano, ya a punto de finalizar julio, sin contar con algo fundamental como es la retirada de residuos, sobre todo plásticos, de las costas. Hay que recordar que solo en 2019, durante los meses de la campaña, que normalmente va de mayo a septiembre, se recogieron del mar una media diaria de 433 kilogramos de basura; en 17 campañas, desde el año 2004, estas barcas de limpieza del litoral han retirado 700 toneladas de plástico.

Ahora toda esa basura llega y permanece en rocas y calas de difícil acceso, en la ribera de los puertos, acumulándose o flotando en la orilla. A la espera de que se pronuncie el tribunal de recursos contractuales y con una sola empresa presentada, FCC Medio Ambiente-Ecolmare Ibérica (FCC ya lo venía prestando antes de la nueva licitación), el procedimiento se encuentra suspendido. Con este embrollo administrativo es probable que no veamos funcionar las barcas de limpieza ya en julio y con mucha suerte arranquen en agosto. Vivimos uno de los veranos más difíciles y ni aún así parece posible acelerar la maquinaria y librarnos del peloteo competencial para que se preste un servicio absolutamente necesario. Mientras tanto siguen siendo los voluntarios los que recogen la porquería.