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Madre mía, seguro que si llegamos a saber cómo iría la vida en este 2020 todos nos hubiéramos comida la pastilla azul que le ofrecieron a Neo en la película «Matrix» (1999). Recordemos que el ‘prota’ decide tomar la pastilla roja que le libera de la realidad virtual para entrar en la vida real con todas sus consecuencias. Mientras que si hubiera elegido la azul se olvidaría de todo lo que ya sabía y regresaría tranquilamente a vivir su mundo de mentira mucho más cómodo y placentero. No niego el punto de cobardía que hubiera tenido esa decisión, queridos lectores, pero en unos tiempos donde se le llama periodismo a la nauseabunda entrevista que le hace un personaje patético como Salvador Sostres a una presidenta que gestiona la pandemia como si aún estuviera llevando la cuenta de Twitter de un perro, cuando a Madrid ya lo llaman el Wuhan chungo de Europa, no da mucho margen para el optimismo. Sin embargo, la única pastilla azul que parece tener éxito es el viagra, que tampoco está mal y que la disfruten todos los que puedan.

Y es que el amor y el humor son las últimas trincheras que nos quedan para resistir este ataque tan feroz de seres indeseables que nos quieren zómbicos y sumisos. Y hablando de amor, me acuerdo de cuando Raúl miró a los ojos de Hellaynea y dijo sin trabarse: «Solo me quieres por mi Netflix». A lo que ella respondió encogiéndose de hombros: «O adelgazas un poco, o te quedas sin besitines». Y es que Hellaynea es una casi bióloga que se tiñe los pelos de colores y sabe bien lo que quiere. Y en cambio Raúl es un portero de fútbol amateur que en sus ratos libres estudia Telecomunicaciones y cuyos tocs le impiden salirse de sus rutinas autoimpuestas. Y ambos se quieren, quizás sean demasiado jóvenes para tanto amor, pero quién sabe, el hecho de que les llamen los ‘pegatinos’, porque nunca se separan, puede ser una indicio de que su amor será amor verdadero como el de la película «La princesa prometida» (1987). Y de ese clásico me quedo con la famosa frase -al menos para los boomers- «Mi nombre es Iñigo Montoya. Tú mataste a mi padre. Prepárate para morir». Mira tú, el bueno de Iñigo Montoya no se rendía en su necesidad de vengar la muerte de su padre, como Neo no se rindió en su guerra contra las máquinas. Sí, lo sé, ambos son personajes de ficción, pero qué quieren que les diga, personajes reales que sirvan de referentes hay tan pocos.

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Y si el párrafo que acaban de leer era por la trinchera del amor, este que comienza ahora, por descarte, tenemos que dedicárselo al humor, lo cual no significa que vaya a tener gracia. No se preocupen demasiado si la pandemia ahora va muy mal, en cuanto el experto virólogo Pablo Motos regrese con su hormigas a darnos consejos sobre lo que hay que hacer, todo se resolverá de forma eficaz. Así que los que se agobiaron cuando el gran epidemiólogo Miguel Bosé cerró todas sus cuentas en las redes sociales, que se relajen, que pronto tendremos otro gran referente marcándonos el camino. Y no olvidemos nunca que las dos palabras más bonitas que nos puede decir alguien ahora no son «te quiero», sino «eres negativo» después de una prueba PCR, palabra de hipocondríaco.

Así que ya ven, llegar sanos mentalmente a la Navidad de este año va a ser un auténtico éxito. Que cada cual use los recursos que considere más acertados para conseguirlo, a las dos trincheras propuestas yo le sumaría, como todos los que tienen la paciencia de seguir estos artículos ya sospecharan, unas buenas dosis de lúpulo. Feliz jueves.

conderechoareplicamenorca@gmail.com