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El 11 de diciembre el Govern anunció que exigiría aportar el diagnóstico negativo de covid-19 para entrar en las Islas a partir del día 20. A quienes pueden acreditar la residencia en Balears se les dan varias opciones, tanto hacerse la PCR gratis en los centros concertados en la Península, como en una covid-exprés de la Isla con cita previa o realizarse un test de antígenos al llegar. La posibilidad de estar en cuarentena en vacaciones no es apetecible. Pues bien, pese a que durante más de una semana la información machacona y las recomendaciones de acudir con esa prueba realizada no han cesado, todavía la mayoría de los residentes llegaron a puertos y aeropuertos el pasado domingo sin ella, acogiéndose muchos al test de antígenos, que detectaron cuatro positivos en Balears, ninguno de ellos en Menorca.

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Es cierto que la PCR en origen es un inconveniente, uno más, que provoca la crisis sanitaria; también es verdad que cuando se anunció esta medida había pocos centros concertados, solo dos en Barcelona, la principal vía de entrada y salida para Menorca, pero ese problema se resolvió cuando Salud cerró acuerdos con más laboratorios; aun así hay colas y es difícil cuadrar las fechas de la prueba con la de los vuelos. Pero lo que no es aceptable es que todavía haya personas que confiesen un absoluto desconocimiento de las exigencias para viajar. O viven en otro mundo, o la covid no va con ellos o simplemente han optado por la opción más cómoda, en su caso no sancionable.

Ni los responsables del control sanitario se explicaban por qué el mensaje no ha calado. Sin embargo, muchos ciudadanos se pasaron meses de la primera ola reclamando que se exigiera PCR a los pasajeros, especialmente turistas. Ahora el Govern presupuesta 5 millones para contratar 377 personas y desplegarlas para explicar que el coronavirus mata y cómo debemos protegernos. Increíble que después de diez meses de pandemia aún haya que gastarse un dineral en concienciar a la gente.