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Resultaría frívolo agradecerle algo al 2020. Sería estúpido pensar que debemos darle las gracias al año que se cierra porque, se mire por donde se mire, ha sido malo. Malo a nivel social, a nivel económico, a nivel de ocio y a nivel personal. Habrá a quién le ha ido bien, no lo dudo, pero si en lugar de mirarnos nuestro ombligo miramos el del prójimo, la verdad es que 2020 se marcha con más alivio que nostalgia.

No creo que los tintineos de las campanadas de fin de año vayan a cambiar sustancialmente todo lo que se avecina, ni el hecho de comernos las uvas, estoy convencido de que está más en nuestras manos que en las del destino o la creencia mística que esté de guardia. Si somos responsables y si somos conscientes, todo irá mejor, a pesar de que haya llegado la vacuna.

Empezar este artículo con un «Querido 2020» solo puede ir precedido con un «vete a tomar por saco». Que una sopa de murciélago haya causado todo este estropicio cuesta de creer, pero la verdad es que vamos camino de completar un año de mascarillas, de muerte y de improvisación. Por estos horripilantes 12 meses que llevamos tenemos más que nunca las ganas de pegarle un portazo a lo que será conocido, de ahora en adelante, como ‘s’any de sa pandèmia’.

A pesar de todo lo malo que hemos vivido, la verdad es que está en nuestras manos darle un uso más o menos útil a estos 12 meses que dejamos atrás. No cabe duda de que desde marzo en adelante ha sido para todos una auténtica prueba de fuego. Una exigencia constante emocional, mental y físicamente.

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Hemos vivido un año duro y cada uno podrá dotarlo de un significado especial. Habrá quién ha perdido algún ser querido, otros que no tendrán trabajo y además los habrá que han perdido su estado del bienestar porque ha fallado lo primero, lo segundo o ambos.

Esta exigencia nos ha obligado a ser mejores, a hacer un mayor esfuerzo a pesar de no tener garantizado que sirva para algo. Vivimos un mes de marzo y de abril de pandereta, haciendo en muchos casos el gili desde nuestras casas convencidos de que cuando saliésemos todo iba a ser distinto. Menuda broma de mal gusto.

Como te decía, que el 2021 sea mejor depende más de nosotros que de las estrellas, el zodiaco, las cartas o los posos del té. Si de verdad nos convencemos para ser mejores personas con lo que nos rodea y somos más responsables, no cabe duda de que en este año que empieza recuperaremos parte del terreno perdido. No porque vayamos a ganar más sueldo, sino porque tendremos una vida mucho mejor. Y eso vale más que el dinero. ¡Feliz año nuevo!

dgelabertpetrus@gmail.com