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Estaba cantado que la palabra del año 2020 elegida por la FundéuRAE sería confinamiento. Si hacemos un recorrido por las elecciones recientes, desde el cercano/lejano 2013 con escrache, ya se podía intuir por dónde irían las cosas. Son tiempos de acción directa. También se nota la marcha acelerada de la tecnología. En 2014 fue selfi, esa moda comunicativa de exaltación narcisista. Luego llegaron refugiado (2015) y populismo (2016). Siguiendo con la crisis, aporofobia (2017) y microplástico (2018). El 2019, emoji. Emociones y mensajes condensados a golpe de clic.

Otras candidatas del año pasado eran: coronavirus, pandemia, resiliencia o teletrabajo. Yo me quedo con la expresión: inmunidad de rebaño. Según los epidemiólogos y otros entendidos, de nada sirve vacunarse si no se llega a un porcentaje significativo de la población. En tiempos de individualismo, formar parte del rebaño está mal visto. Nadie lo admite, aunque sea más borrego que un zombi descerebrado. Ante una pandemia es preferible ir todos a una, por supuesto.

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Para los creyentes, la palabra pastor tiene una connotación positiva, de guía, protección y cuidado. Cuando la sociedad era ganadera y no ganadora o competitiva como ahora. Los nuevos amos necesitan una cultura de rebaño para sus fines. Personas que se muevan gregariamente o se dejen dirigir en sus opiniones, gustos, etc.

Si quieres pensar por tu cuenta, serás la oveja negra o un pobre chivo expiatorio.